Autor: Roger McGough

¿Entonces tu piensas que es Esteban? Entonces mejor me aseguraré de estar en el lado seguro como estuvo él. Ah, se ha cometido un error. El pelo que ves, su negro, ahora el amigo Esteban… ¿Qué es eso?, ¿la explosión? Por supuesto, ardió negro. Soy un tonto. Debería haberlo sabido. Entonces continuemos.

El rostro, ¿es la máscara aquella, la máscara de madera achicharrada, llena de ampollas, que pudo haber sido el rostro de un niño?
El pulover, donde está intacto, parece de hecho demasiado familiar. Pero uno debe asegurarse.
El cinturón de explorador. Sí, ese es el de él. Reconozco los tacos que martilló no hace más de una semana. A la edad en que los muchachos eligen la ropa a conciencia, ahora sabes. Ciertamente es casi Esteban. Pero uno debe asegurarse. Remover todo rastro de duda. Quitar cada astilla de esperanza.
Bolsillos. Los bolsillos vacíos. ¿Pañuelo? Podría ser el de cualquier escolar. Suficiente suciedad. ¿Cigarrillos? Oh, éste no puede ser Esteban. Yo no le permitía fumar, tu ves. El no me desobedecería. Ni su padre. Pero ese es su cortaplumas. Es el de él. Y esa es su llave en el llavero. Gran se la dio justo la otra noche. Entonces éste debe ser él.
Pienso que sé qué sucedió… sobre los cigarrillos. Sin duda él los estaba pensando para uno de los muchachos mayores. Sí, es eso. Ese es él. Ese es nuestro Esteban.

 

traducción: HM

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