Autor: Paul Hostovsky

No condenemos el declive del lenguaje, tío.

Dejemos que los gramáticos y libreros y shakespereanos nos señalen con sus diminutas lapiceras rojas.

Dejemos que los escritores de cartas lamenten la muerte de la escritura de cartas.

Dejemos que los virtuosos conversadores se quejen de que cada vez son menos.

Dejemos que todos se enfríen. Aún tenemos la manija, nena, sobre lo verbal.

Y el lenguaje no se está muriendo. Se está cocinando con aceite.

Entonces digo yo, dejenos alabar en nuestras lenguas geográficas este gumbo viviente, este fino y grueso delicioso y nutritivo barro de donde surgen, surgieron y brotaron todas las especies hermosas y en peligro de extinción.

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