Análisis de indicadores económicos clave para decidir el voto en Honduras

Autor: Hugo Müller

El próximo 30 de noviembre Honduras elegirá un nuevo presidente y congreso. Los tres principales candidatos a la presidencia son la candidata de Libre, Rixi Moncada, ex ministra de defensa y finanzas del gobierno actual de Xiomara Castro; el candidato del partido liberal Salvador Nasralla, quien fue vicepresidente en la primera mitad del mandato de Castro antes de renunciar y unirse a la oposición, y un ex alcalde de Tegucigalpa que compite por el Partido Nacional del ex presidente JOH, preso por narcotráfico en Estados Unidos.

El triunfo de Castro cortó una década de un gobierno de derecha que sucedió al golpe que destituyó a Manuel Zelaya, esposo de la presidenta. Como lo hemos demostrado en todos nuestros artículos sobre el pequeño país centroamericano, los narcogolpistas revirtieron los progresos logrados bajo la presidencia de Zelaya en materia de igualdad, erradicación de la pobreza, el desempleo y el gasto público, todos indicadores que empeoraron durante el gobierno del Partido Nacional.

La pandemia afectó mucho a Honduras, y dos huracanes arruinaron parte de su economía, llegando a niveles de pobreza que superaron el 70%. Las cosas estaban muy mal cuando asumió Castro en 2022, en un país castigado también por la corrupción, el fraude electoral, la inseguridad y el terrorismo de Estado. Hoy el gobierno de Libre ha logrado reducir la pobreza a niveles prepandémicos, y la desigualdad está descendiendo, así como el subempleo, han subido tanto la inversión pública como la privada, y el país se encuentra en una posición económica más sustentable habiendo bajado su deuda externa pública. Sin embargo, todavía es el país más pobre de América Central (después de Haití, obviamente), y su ingreso per capita está muy por debajo del de sus pares regionales, lo que es todo un desafío para el que venza en la contienda electoral.

Crecimiento económico: En términos de PBI, Honduras creció un 3,6% en 2024, aumentó sus reservas y su sector externo se recuperó, se proyecta que este año crecerá otro tanto. Como economía agraria primaria basada en la industria textil, Honduras es vulnerable a shocks externos, impactos climáticos, condiciones comerciales inciertas por la política arancelaria de Estados Unidos, y volatilidad del precio de sus commoditties (bananas, entre ellos, por supuesto).

Pobreza: En la gestión de Libre la pobreza se redujo un 15%. La inversión en salud pública y los subsidios a la energía para hogares vulnerables apuntan a mantener la reducción de la pobreza y apoyar el desarrollo de barrios desfavorecidos. El gobierno de Castro implementó el programa Red Solidaria para acabar con la pobreza extrema,

Ingreso y desigualdad: El salario mínimo mínimo creció un montón (casi se duplicó en dólares, en cuatro años) durante la gestión de Castro. El indicador gini que mide la desigualdad muestra que ésta se contrajo pero sigue siendo grave. Los ricos se llevan casi todo y conforman una élite que quiere volver a los tiempos de la dictadura o de JOH, donde le iba mejor habiendo mucha más desigualdad.

Desempleo: El desempleo descendió de un 50% cuando asumió Xiomara, a solo un 13% en la actualidad. Cabe consignar que el 40% del empleo es no registrado, en negro o informal. En este contexto, el despempleo femenino es el más bajo de la historia hondureña.

Inversión pública y privada: Durante el gobierno de Castro el sector público contribuyó al crecimiento del PBI, y en tan solo tres años invirtió en salud y educación el doble de los que invirtió el Partido Nacional en los mismos rubros en toda su década. La inversión extranjera directa también fue mayor en todos los años de Libre comparados con la década militar de estragos y destrucción de las organizaciones y movimientos populares, de ejecución de líderes defensores del ambiente, de los indígenas y de los derechos humanos.

Deuda externa: Se redujo del 40 al 27% del PBI en tres años. Los pagos de intereses declinaron y se contrajo la deuda soberana, y se encuentra ahora calificado como un país de bajo riesgo para el FMI, que llegó a elogiar sus “prudentes ajustes fiscales”. Cabe consignar que el virtuoso gobierno de Castro desmanteló las ZEDE y se retiró del CIADI, en una movida excepcional para deshacerse de fondos buitres y de la extorsión de los organismos internacionales de crédito. A pesar de ello la economía hondureña depende bastante todavía de las remesas, que representan el 25% del PBI. Las deportaciones masivas emprendidas por el gobierno de Trump prometen reducir su incidencia en el indicador más visto por los codiciosos bonistas de Wall Street.

Síntesis y toma de decisión: El gobierno de Libre aumentó el gasto social y con ello recuperó y mejoró la economía. El ingreso per cápita sigue bajo y la pobreza y desigualdad se mantienen en niveles altos. Por eso hay que seguir por el mismo camino y confiar en Rixi Moncada, que es una mujer excepcional, formada en movimientos de liberación como Xiomara. Nasrallah es la alternativa que ahora quiere la embajada estadounidense, y sería una tragedia que el pueblo hondureño desvíe el foco y deje de ser esencialmente Libre para sumarse a la oleada bukeleana y trumpista que afecta a la región.

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