Escucha…

Hay un golpeteo en el cráneo, un alarido silencioso e interminable de algo golpeando en la pared, y gritando “¡déjenme salir!”   Aquel prisionero solitario nunca oirá una respuesta. Ningún camarada en la eternidad podrá escuchar su grito frenético. Ningún corazón puede compartir el terror que asalta a su monstruosa oscuridad. La luz que seVer más ⟶