Autor: David Ratcliffe
Algunos pueden creer que soy rudo, creer que soy bruto, aunque de hecho, tal vez yo piense demasiado dejando nada para decir.
Me invaden guerreros en botes largos sobre carros, a caballo en barcos blindados, en medicación, entrando y saliendo rápido.
Entonces, te mantengo segura, protegida de demonios que amenazan lo que mi boca pueda emitir.
Pensamientos ocasionales excitan aunque difícilmente hacen que la página tema fracasar.
Ecos de conversación alrededor de mi cabeza, Philip Larkin se dirige a Dylan Thomas entre sorbos de brandy, Thomas mira por encima de una jarra de cerveza con burlona generosidad y elogios disimulados…
Yo olvido mis pensamientos mientras ellos filtran, en pérdida infinita. Soy el poco envidiable propietario de una casa en la que se piensa demasiado, olvidando pensamientos mientras se filtran en una pérdida infinita
Una vez que se van, raramente retornan, superados por la voz de Larkin, o un verso a ser tejido.
Tú, sin embargo, eres el tesoro enterrado profundo, mi innegable, despreciable e inmerecida obsesión.
