Autor: David Ratcliffe
No somos en nada parecidos, mi imagen y yo, me sigue al baño, acceso denegado, espera afuera, ¡aprieto la puerta y el mundo se cierra de golpe!
Sonido amortiguado, descastados en chata alineación borrados de la persuasión de mi mente, me sintonizo en el eco de la auto-indulgencia, apareciendo ante una audiencia de uno.
Nadie sabe allí afuera, el escritor de ficción ocultándose detrás de héroes mancillados, multifacéticos, una página breve de captura.
Un pequeño castigo entremezclado con extraños guiños a mí mismo, allí-allí hijo viejo,
el tranquilizador aplazamiento de la locura.
Unidos por silicona, este tipo de una sola línea, está atado de lengua por bigotes, ‘Todo es amargo’, se escucha a través de los grifos y las cañerías; “¡Perdedor, perdedor!, seleccionador y escogedor”, y mientras las baldosas enfrentan sus caras me lavo la mía para ahogarlas.
Las escaleras tienen su decir, pero no se les puede confiar, ignoro sus burlas de ‘gordo bastardo’ para observar reflexivo la decepción, y la compro con la única moneda que conservo.
Ajustándome a la aceptación de ‘allí afuera’, me preparo para reingresar al teatro del cucú donde nadie es real, excepto todo mi yo.
