Premio Nobel de la paz a María Corina Machado: síntoma del estado nauseabundo de la humanidad

Autor: Alvaro Correa

La cobardía de los lobbystas de la Academia Sueca, a la par de los vomitivos líderes europeos festejando la paz trumpista en Gaza, se condensó en la entrega de su nobel de la paz a la representante de la inmobiliaria Trump-Netanyahu en “América Latina”, como les gusta nombrar a ellos al rejunte de países que conforman hoy el patio trasero de Washington.

No se animaron a darle el premio directamente a su jefe, como todos sus movimientos previos a la ceremonia lo anunciaban, y optaron por otorgárselo subrepticiamente mediante la clamorosa y abyecta decisión de preferir a su subordinada, amiga íntima de Netanyahu y de sólidas relaciones carnales con Trump. La obscenidad del acto es manifiesta, mientras la IV Flota de Estados Unidos se campea por el mar Caribe derribando lanchas venezolanas, y ahora también colombianas, con la nobelada Machado arengando para que se le aseste un golpe militar definitivo al presidente de Venezuela Nicolás Maduro Moros, y se inicie a la vez una guerra en la región de consecuencias que pueden ser más terribles que las del reciente y todavía caliente genocidio del pueblo palestino. Esto nos induce a reflexionar sobre el carácter paradójico y grotesco del nobel de la Paz 2025, que no hubiese sido superado por la obligada opción de reconocérselo al emperador naranja luego de la creación de su Ministerio de Guerra, pronto a ser un octogenario líder de la ultraderecha y la imbecidad global reinantes.

Ciertamente no teníamos demasiadas esperanzas, ni nunca las tuvimos, respecto de lo que haga o deje de hacer la Academia Sueca, en todo caso, la consideramos tan nefasta como la austríaca para la realidad de Argentina. Pero yendo al absurdo y a la miserabilidad moral y humana de los académicos y científicos de todo el mundo que comparten el negocio infame de los nóbeles, ¿le habrán dado el nobel de la paz a Machado por impulsar la invasión de su país por parte de tropas de Estados Unidos?, ¿o se lo habrán dado por su escabrosa intimidad con los dueños de la inmobiliaria Trump-Netanyahu?, ¿se lo otorgaron por encabezar una campaña de manipulación estadística descomunal, arrogándose el triunfo en las últimas elecciones celebradas en la República Bolivariana, en manos de su testaferro Edmundo González Urrutia, otro al que llenaron de premios las organizaciones de ultraderecha y proyanquis? La distancia de las aseveraciones de Machado de lo que acontece en Venezuela son inmensas. Pero el golpismo se ve que es una apuesta firme para los doctorandos y académicos que votan para dar los nóbeles de la paz.

Creemos que Trump felicitará de inmediato a la Cochina y sabe que tiene la aprobación mundial para continuar con sus planes de liquidar a Maduro. Hace rato le puso precio a su cabeza y tiene a buena parte de su “intelligentzia” puesta a trabajar para terminar con el heredero de Chávez. Ahora bien, cabe destacar la actitud matona y paramilitar de la armada estadounidense, que en el mencionado mar, con la excusa de combatir al narcotráfico, se adueña de sus principales rutas y asegura el negocio de la muerte y la expansión de sus narco-colonias necropolíticas en todo su patio trasero. Hoy en día ya cuenta con las narcocolonias de Ecuador, Chile, Bolivia, Argentina, Paraguay, El Salvador, Panamá, Guyana e hilando fino, casi todo lo que se considera América Central.

En definitiva, el MAGA (Make America great again) de Trump parece referirse a toda la América, el imperio del millonario mafioso presidente de Estados Unidos se estudiará en la Historia del Siglo XXI como un fenómeno pre-apocalíptico muy comprensible. En este contexto, el premio nobel de la paz a María Cochina Machado es un reflejo del poder inconmensurable del señor Trump, y de la situación degradante que atraviesa la humanidad conducida por una camarilla de mafias paraestatales que avalan su gerontocracia feroz.

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