Autor: David Ratcliffe

Un impermeable largo y recto iba a la deriva por el pueblo; un hombre calvo y delgado adentro, más alto que un poste telefónico. A veces pasaba a grandes zancos por nuestro corral y yo le disparé con mi winchester rodando para cubrirme detrás del tacho de basura. Su fantasma retornó recurrentemente aún más peculiar, amenazando extrañamente como un predicador esperando atraer nuestras penosas almas. A pesar de todo había ubicado a Kincaid, que ningún buen ladrón de ganado se atrevería a actuar esa noche, y así lo hizo él mientras yo agitabe mi rifle ante su temeroso rostro azul. Sus piernas frenéticas, ojos saltones como los de un sapo, yo corrí adentro gritando ‘¡Mamá, mamá! Gary está en la linea de lavado y él no vendrá’. Ella se apresuró al patio para descubrir el impermeable sosteniendo a mi hermano; me oculté detrás del alto ruibarbo, aliviado de escuchar sus llantos. A través de hojas enormes vi el impermeable salir en movimiento saltarín sin decir una palabra con mamá gritando mi nombre en el aire de la noche.

Vistas: 1
Compartir en