Implosión de la República Argentina

Autor: Leila Soto

Las distopías parecen guionar la realidad Argentina. Una dramática situación económica y política se precipita a partir del gobierno de Macri, pero que se acelera abruptamente con el gobierno de Milei. El factor clave en la gobernanza de los enemigos de la democracia ha sido sin duda, el poder judicial. Más que un sistema judicial es la arquitectura de una casta acomodaticia, nunca democratizada, demasiado privilegiada para querer ser otra cosa que mascota de los verdaderos poderes del sistema, esos que ni siquiera pueden identificarse como argentinos o más bien, que no podemos distinguirlos por nacionalidad, religión, marca o cultura. Representan un poder que funciona desde un autogobierno, corporativista, no tiene pruritos de ser controlado por un Consejo de la Magistratura que es un mamarracho. Hay más rigurosidad burocrática en un club de futbol que en esa guarida presidida por un Supremo. El equilibrio de poderes ha sido siempre una gran debilidad de las democracias modernas, nuestros viejos liberales creían untarse de democracia porque copiaron principios republicanos de Estados Unidos. A la luz de los actuales acontecimientos, podemos aseverar que el país de los Simpsons no es el modelo aspiracional a seguir por nadie que tenga dos dedos de frente. La hegemonía estadounidense tuvo la gracia de invisibilizar la lucha de clases en una estructura legal que siempre ha sido corrupta, conservadora y elitista. Ellos también inventaron el lawfare, pero no en este siglo sino hace mucho tiempo, los mártires de Chicago son símbolo internacional de lo injusto del sistema. Los afrodescendientes y pueblos originarios privados de libertad, ciudadanía y vida también son clara evidencia de ello. No importa cuántas películas y series inclusivas quieran borrar siglos de explotación.

          Los sistemas jurídicos internacionales son también reflejo de lo profundo del sistema, porque se constituyen alrededor de ideas universales que gustan aplicar con discrecionalidad. ¿Por qué Estados Unidos no se somete a ninguna Corte Penal Internacional? Queriendo ser la policía del mundo, resulta práctico ser también el juez o al menos tener el resto de los poderes públicos.

          Volviendo a la Argentina, no es tiempo de discutir argumentos legales donde nunca los hubo. Las causas a la ex presidenta siempre fueron y son políticas. La quieren presa o muerta, porque así funciona el poder del sistema, con Cortesanos resentidos, presos de su mediocridad y ambición. Desafortunadamente los tiempos del campo popular no siempre son favorecedores, tienen más derrotas que triunfos. Pero si hay alguna esperanza de algún logro, no va a ser con plutocracias o fascismo. De la misma forma en que el votante de Trump que es latino hoy está sudando adrenalina cada vez que sale de su casa por temor a la deportación, los sueños libertarios caen rápidamente en una nueva decepción. La encrucijada en el sentido común hoy la viven quienes ignoran a los verdaderos enemigos de la democracia.  El neo archi liberalismo los está empujando a la fosa infinita de la pobreza, exclusión y precariedad. El terror de las clases medias: no poder ser ni autopercibirse siquiera clase media. Tener que aprender a ser pobre y con gracia no es una virtud del argentino promedio. Puede que muchos votantes de Milei no asuman públicamente su arrepentimiento, puede que la apatía abone la deserción a la hora de votar. Incluso puede que el odio/envidia o simple rechazo a CFK marque su agenda personal a golpe de fumarse durante toda la vida los medios hegemónicos. Pero tarde o temprano van a tener que comer productos más baratos, renunciar a muchos de tus consumos, amarretear el consumo energético y renunciar a muchos proyectos. La distopía argumental es capaz de traer como un loop nuevas devaluaciones, corralitos, defaults, inflación y toda esa galería de dispositivos que te el gobierno mileísta hace comer a la fuerza: represión, disciplinamiento, violencia y crueldad.

          Esta semana pueden proscribir y encarcelar a una política que construyó un liderazgo legitimado siempre por los votos. Para bien o para mal, las mayorías fueron las que la eligieron. No por marketing político sino porque supo representar las ganas de tener un proyecto de país con aspiraciones soberanas. No importa cuán equivocadas o engañadas sean las mayorías, siempre aspiran a tener una mejor democracia, una que amplía y garantiza derechos. Si todavía no sale bien, es porque aún el fin de este sistema injusto se está imaginando.

Para algunos CFK también representa lo mejor que el imaginario peronista pudo armar en este siglo. Para otros es el modelo de mujer que sabe transitar las miserias de la política con valentía e inteligencia. Aunque no la exime, como a muchas de nosotras, a tener que sacrificar cosas muy caras a nuestra vida. En su persecución está la venganza de los poderes y sus cortesanos. Pero dudo mucho que puedan encarcelar su ejemplo. Donde sea que la pretendan arrinconar, no estará sola, ni será en silencio. Como un corazón delator, en masa, en acotados colectivos o de muchas pequeñas maneras, el pueblo que quiere elegir a sus gobernantes, incluso con errores, demandará justicia.

Por otra parte, se cocina a fuego muy lento, una nueva generación de excluidos, una que es mayoritariamente femenina, que probablemente nunca pueda jubilarse, no acceda a la salud y a duras penas conserve deseos de proyectarse a través de nueva prole. Tal vez hoy no, pero en próximas temporadas, Z sea la protagonista en esta fanfic distópica llamada Argentina. No tiene nada que perder, pero mucho por lo que pelear, después de todo, tanto machacar con el emprendedurismo e indvidualismo no sería raro que en el país que gobiernan los incestuosos hermanos mesiánicos, se le plante un variopinto grupo de brujas cuyo esoterismo no se esconde ni en un perro muerto ni en un gato parlamentario. Tenemos mejores modelos para nuestra desigual lucha.

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