Autor: Tyler Malone

La hierba es una planta afortunada en un planeta de asfalto, pero me gustan las cosas creciendo en desiertos. Ellas me complacen, desertan de nosotros. Algunos piensan que sus porches merecen un cactus. Les complace.

Caminando de la grava al césped, afortunado crecimiento sobre quién sabe qué tumbas, tan oscuras como ventanas de vidrio estigias –sólo unas pocas de ellas. La mayoría están llenas con tintura tónica de televisión, demasiado tarde para nuevas emisiones de Bonanza, demasiado temprano para las noticias de mañana.

La única sombra en negro quemado por el rubor trae sonido: un humano forzando las cuerdas de un violín.

Si no fuera por la falta de mancha de sol, hubiésemos visto lanzar sombras de pájaros, buitres con hélices de aeroplanos.

Mientras nuestro cachorro olisquea el afortunado lugar cubierto de hierba, las narices toman el aire como si auscultaran la llamada del violín, no vimos a la mascota fertilizar el mundo.

Caminamos hacia afuera, siguiendo nuestros oídos, olvidando recoger el caos blando en la mediana de hierba rara, completa con pequeñas flores rojas sangrando desde la tierra, tierra húmeda agusanada, rodeada de cemento.

Siempre hay esperanza cuando nadie dice nada, y permanece tan silencioso como cactus mientras el caos clásico se ejecuta públicamente, entonces termina en silencio secreto. El mejor perdón.

Nos complace.

traducción: HM

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