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La alegría se mide en calorías, rizos de vapor, campanas de cena aullando a toros y vacas lecheras mientras hombres de nieve permanecen en cielos cuando vemos a la mañana exhalar besos con la boca abierta, preparados para lo que sale de hornos abiertos. Todos son bienvenidos, ninguno es nativo. Antes de las vallas, nos establecimos a donde nos condujeran las pezuñas, antes de dormirnos por un tiempo –muertos para todo tiempo, cena a estrellas rojas, nuestros rebaños se agrandaron.

No sean pequeños, sean grandes, graciosamente, no tan inútiles como pájaros sin vuelo que no escaparán a mis molares, o mis gracias, que debería ser tan silencioso como niños sospechosos sobre la leche de la madre, en pequeñas sillas, mascando pedazos pequeños, devorando gratitud antes de la ensalada y piernas abiertas como palmas abiertas a ambos lados, agradeciendo la bondad en masa recogida, bendecimos los desaguisados, sobras, lo que se perdió cuando cerramos los ojos para pastar cerca de lobos.

Sean buenos con todos los buenos. Todos somos carne muerta luego de mañana.

traducción: HM

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