Autor: Tyler Malone
La tierra se puso horrible en el último día, el primer día de desempleo. Despedido, pero sin dejar el 40% de las cosas claras o sintiéndose bien comiendo tacos de pescado con amigos que organizan mi próxima movida como empleo en ajedrez o luchando contra un maníaco del tamaño de la luna.
El cheque vino en un libro de cuero negro diciendo Gracias para que las camareras no tengan que hacerlo. El mío está pagado. Todo lo que oigo en generosidad es cómo me odio por el robo mezquino, sonriendo a extraños, extraños sonriéndome, lo recuerdo todo, la sobria empatía.
Me quiero a mí mismo para la tienda de licores como un camión lleno de lástima, chofer, yo y mi ron especiado embolsado y enfriado en mi entrepierna en la brillante luz iluminada de un semáforo arriba, abajo veo algo que no pertenece al planeta del hombre.
En la propiedad de una cantera de trituración de rocas, construida para cortar a través de atmósferas, un orbe naranja fosforescente sobre bloques de hormigón, como si unos paletos se hubieran instalado después de abatir el barco a perdigonazos, asando los cadáveres.
Ninguna ley ni puertas cerradas me mantendrán desde la curiosidad de vuelo del espacio: el destino es tan inevitable como abolladuras de asteroide, conspiraciones en círculo de cosecha, nubes, pezones humanos. Entre pilas de piedras cortadas y apiladas, corro hacia la escotilla superior…
Cada chico usa la imaginación para volar, en malos sueños ellos caen, lo mismo mientras cada latido de muerte yéndose desde amigos ahora corriendo en la cantera, buscándome entre los escombros, saqueo planetario, salto al agujero de conejo metálico…
Un banco circular envuelve el casco, revistas de hombres, chaquetas polvorientas pero no intestinos de libro, álbumes de Bob Dylan, equipos de CD encendidos. Me siento, la espalda inclinada para ver si podría dormir en un viaje interestelar.
Una rueda está en el medio, ¿a cometas superados?
Despidiéndose del sol entrecerrando los ojos, a través de la escotilla, habrá más estrellas en nuevos mundos… Una cabeza amordaza la luz clara de la tarde. “Esta no es tu casa” dice la sombra en el casco de construcción. Sí, ese es precisamente mi problema.
Enderezando mi espalda, pero inclinando el cuello para ajustarme a la curva de la nave. “Guardamos esta para un muchacho sin hogar. Esta es su casa”, hasta quienes no tienen techo tienen casas. “¿Qué es esto?” “Es la casa de un hombre en la que estás de cuclillas. Pero más precisamente, es una cápsula de escape de una plataforma petrolera”. Construida para balancear, no para atmósferas de escape. Nunca creas en encubrimientos de extraños: al día siguiente la cápsula se había ido. Desempleo, el gobierno quería mantenerme.
traducción: HM