Autor: Tyler Malone
Luego de horas de trabajo, es la hora feliz. Los amigos se reúnen por tragos carbohidratados baratos. En vez de eso ella fichó a la salida y vino vestida en gris algodón, para sudar en un garage de departamento. Convertido en un gimnasio, acolchado con mancuernas.
Yo disfruto la vista desde mi balcón de cuaresma, y veo al entrenador, mi vecino, ordenar “¡Hombros a rodillas!”, un cuerpo bárbaramente monstruoso rueda, el lechón da un gruñido, corre hasta tres pisos (cuarenta escalones), y golpea mi puerta.
El entrenador hace rodar el vientre tenso, abultados, profundos abdominales bajo su bulbo gargantuesco. Entrenando extasiado a un glaciar en una carrera corta a Júpiter para que gire más rápido. Ambos podrían ser más fáciles.
Bajando tres pisos (cuarenta escalones), alrededor de Mercedes estacionados y Mazdas abiertos, vapor y olor de mi bolsa de palomitas, empuja a la cerda hacia abajo antes de que pueda sentarse, “¡Hombros a rodillas!” hasta tres.
traducción: HM