Crímenes calientes en la escena del tiempo

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En días calientes, polvorientas vidrieras serpenteaban por los solares buscando un paseo menos sudoroso hasta las tiendas Adobe, de esquina a esquina, más tamaños a ratones enjaulados en pet shops. No hay nubes que cubran los tornillos del banco desgastado y manillas oxidadas colgadas de ventanas con agujeros negros mientras diez lenguajes susurran gangas desde parlantes desconsiderados, mientras madres y cochecitos se deslizaban entre sombra y sol por puertas abiertas, refrescando cemento quemado por el sol, chasqueando veneno de música pop.

El dogma del dólar disciplinó discípulos por descuentos mientras afeitadoras públicamente suplicaron muestras de pretzel, cadáveres de grillos recogidos en rincones, y no importan los estilos de estación, se desprendieron escamas para nuevos hilos.

Mientras, en techos, las ratas estaban a salvo de los colmillos y de la banda sonora de risas de un cuarto de hora. 

traducción: HM

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