Autor: Malone, Tyler

Albert se despertó una hora antes de una lectura. El aroma de café se escapaba del colador. Humeante, bebió un sorbo y empezó a reflexionar, permitiéndole a un excelente cerebro enfrentarse a la existencia. Alto sobre su bebida para hacer una gota matinal, en lengua austríaca, Albert habló alto, el genio hizo eco en los cerámicos y en torno al pulido y brillante tazón de porcelana.

En la ducha, espumoso y desnudo, mordisqueando el universo conocido como un niño hace agujeros de aire en un tarro lleno de ranas, dejando entrar a la vida.

Al aplicó ciencia a su neblinoso espejo, no podía ver su marco gris pastoso goteando mientras labios rosas murmuraban contra un cuello de cepillo de dientes –hecho, la ciencia coaccionada sopló desde el mejor cerebro de la Bundesrepublik-.

Allí, su dedo chirrió esa E, que representa la energía en el cuerpo, la C velocidad de la masa de M hizo que Al chille con digna satisfacción. Y en el suscrito, la realidad se abrió como una cripta.

Retrocediendo, tacones hundidos en charcos jabonosos, durmiendo en el piso del baño.

Al observó cómo el descubrimiento goteaba por el espejo en forma de estrías. Al afeitó rápido su barbilla y peinó su bigote para parecer una sonrisa burlona, blanca y peluda siempre curvada.

Afuera para trabajar, afuera la puerta a un mundo, un universo un poco menos misterioso –solamente- sin un par de pantalones alrededor de sus piernas blancas para mantener a los niños del vecindario señalando y riéndose del viejo loco Einstein.

traducción: HM

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