Autor: Malone, Tyler

Junior no encendía ventiladores en verano o serpentinas en invierno. El dejaba las lámparas vacías de bombillas y comía una cada día. Los calendarios de pared de Junior todavía cuelgan desde hace un siglo. Sus hijos se llevaron sus llaves del auto y su madre murió hace años.

Junior sabía que los hábitos no eran la felicidad, entonces él se afeitaba y vestía en sus ropas, sus descuidados nietos se las dieron en alguna navidad, y él agarró todo el efectivo oculto en su colchón: la mayoría de un cuarto, pero $9.50. El puso su cuenta de banco en sus pantalones de corderoy, y luego se ató los cordones.

El bar más cercano estaba a siete kilómetros de perros ladrando, policías curiosos, luces de calle vacías, y libre para llevar conductores.

Junior llegó al bar, viejo y sucio pero seguro. Su tolerancia a la soledad se había marchitado. El anhelaba cerveza.

“Camarero, una pinta, por favor”. Junior dejó caer su bolsita de monedas sueltas en un lago de zumo de lima, le pagó al barman, y tomó una servilleta, un vaso y una botella marrón de cerveza helada.

Junior se sirvió en el grueso porrón congelado. Nadie notó al vejestorio, tenía que ser un borrachín. Una amarga mixtura asaltó las papilas gustativas de Junior: deliciosa, Junior drenó su lindo vaso. Su gordo cerebro se relajó y engominó bajo su pelo blanco de viejo. El llenó y besó su segundo vaso, su camisa acumuló nuevas manchas y escupidas.

Los órganos viejos y la gran víscera blanca de Junior fueron olvidados: tres cervezas al viento, ¡había comenzado a flotar! Las rodillas de Junior se anclaron bajo el borde de la barra, él hipó, sensación ignorada, y vertió una más –eso hacían cuatro.

El camarero le dio el vuelto a Junior, todos peniques. Junior los deslizó de nuevo, “Gin tonic, por favor”. Sus manos de alforja vertieron más del vaso. Su huesuda retaguardia flotaba unos centímetros por encima del taburete. El sonrió: vio el gin.

El líquido helado llenó sus mejillas, y estiró las arrugas en su rostro. Sus piernas volaron atrás golpeando sobre un taburete: Junior se sentía como una burbuja de aire, con su hígado lleno, comenzó a sentirse como un globo –Junior vertió un último vaso.

Los verdaderos borrachines, y vinos y rones, estaban clavados demasiado profundo en decadencia para advertir todo esto.

La mano izquierda de Junior clavó sus uñas bajo el mostrador del bar, y boca abajo se bebió la última cerveza. Sus piernas: todo venas y pasta, dispararon sus talones a las vigas del bar. Junior se dejó ir.

El techo no podía contenerlo, él cubrió su cuerpo como una bala de cañón, y dejó un cráter en el techo.

Las energías de la experiencia no podrían preparar a Junior para esto: atado a una nube, Junior vio autos como migas de galletitas y semillas de sésamo, él mascó el polvo del cumulonimbo, y bailó sobre las alas de un avión. El comenzó a desnudarse en la estratósfera, y abucheó a astronautas. Junior colgó su abrigo en los lentes del Hubble, entonces arrastró los pies por las huellas de Armstrong, ahora ellos no sobrevivirán a hombres y mujeres de la Tierra. El hizo girar las sondas espaciales soviéticas como dreidels, y bronceó sus mejillas en la superficie del sol. Finalmente, pasó todas las estrellas, y su mentirosa astrología donde Junior jamás escribió palabras, fueron escritas, y fue lanzado afuera en aviones de papel, voló libremente, y donde hay comidas que podrían haber sido mejor, y mejor, pasó países de consumidores, y donde, “Lo lamento tanto” nunca se dice, donde no hay un “lado bueno” preferido fotogénico, libre de la irresponsabilidad y contradicciones de hombres –una soledad en 4-D. De regreso a tierra, todos ellos dirían “Junior se cayó del vagón”. 

traducción: HM

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