Prohíben a Evo Morales volver a la presidencia de Bolivia

Autor: Alvaro Correa

La fecha límite para la admisión de candidatos que aspiran a competir por la presidencia de Bolivia en agosto expiró hoy, abortando definitivamente el intento del ex presidente Evo Morales de intentar retomar su puesto de presidente luego del golpe que padeciera en 2019 a manos de Añez, el macho Camacho, Elon Musk y la CIA.

La Corte Suprema boliviana sostuvo la prohibición la semana pasada de que cualquier individuo se pueda presentar por más de dos períodos presidenciales, evitando así la participación de quien llevó a Bolivia a niveles de calidad de vida y bienestar emocional superiores no sólo a los de cualquier país de la región, sino de todo lo que se considera el mundo occidental.

Morales, que gobernó Bolivia entre 2006 y 2019, fue el primer presidente indígena de Bolivia, y tiene alma y vigor para rechazar su exclusión, para lo cual organizó protestas y movilizaciones en casi todo el estado plurinacional. “La batalla no está perdida, libraremos la batalle legal sin olvidarnos de la social” declaró hoy Morales a la estación Radio Panamericana.

El famoso Movimiento al Socialismo creado por Morales se ha fragmentado en mil pedazos. Comenzando por el actual y devaluado presidente Arce, que no pudo revertir los efectos nefastos que dejó la corta dictadura añesca, y tuvo una presidencia signada por crisis económicas agudas y una fuerte despolitización de las masas obreras y campesinas. Hasta intelectuales de la talla del vice Alvaro García Linera reniegan de la actividad política, y está más dedicado a la vida académica en su vejez prematura. El depuso hace rato su candidatura porque su índice de aprobación anda por el subsuelo. Su “pollo” en las próximas elecciones es el actual ministro del interior, un joven abogado cruceño cuya carrera huele a soldado del neoliberalismo más atroz, por no decir directamente, al igual que Evo, que es un agente de la CIA. El sí que no salió del MAS.

Por otro lado, la alcaldesa del alto, Eva Copa, se postula al frente de un nuevo partido bautizado Morena, queriendo replicar el éxito de la Scheinbaum. A ella Morales también la defenestró, denunciando su reunión con el macho Camacho, y otros golpistas bandoleros que quieren asesinarlo. Copa es muy elogiada y admirada por la prensa y los medios adictos a las oligarquías locales cada vez que ataca a Evo, pero sus argumentos son endebles y en El Alto hay muchos moralistas que defienden la tenacidad del ex presidente.

Por último está el presidente de la cámara baja, Andrónico Rodríguez, cocalero como Morales, y de una juventud atractiva, además de una conducta loable en todas sus posturas y declaraciones. El problema es que la banda de golpistas han infiltrado el actual gobierno, y amenazaron con prohibir también su candidatura. El es el más evista en muchos sentidos, y su mandato podría ser tan glorioso como los de Morales, pero todo indica que lo van a vetar, ya que no cuenta con la aprobación de Donald Trump ni de Elon Musk.

Todo esto ha generado un gran descontento en la población, y los analistas vaticinan una atomización del voto masista, que seguramente impedirá un triunfo en primera vuelta, tal como están arregladas todas las constituciones latinoamericanas siguiendo la doctrina Monroe. Y seguramente va a ser muy complejo lograr mayorías en las asambleas legislativas. Gobernar Bolivia va a ser más complicado que clasificar al mundial, con todas las facilidades que se tienen en un país tan rico en culturas y recursos naturales.

Por último, las elecciones en Bolivia suelen ser como una timba infernal. Las acusaciones de fraude volarán de uno a otro lado y nadie sabrá quién ganó efectivamente. Además, la oferta de candidatos puede cambiar. Se aceptan renuncias hasta 45 días antes, y puede haber reemplazos e inhabilitaciones hasta tres días antes de la elección. Así que no está dicha la última palabra, y Evo Morales está empecinado en reconquistar el poder y él sí, tiene motivos y argumentos para decirlo, “hacer grande a Bolivia nuevamente”.  

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