Autor: Brownstein, Michael
Yo quería ser un pacifista, dijo él a nadie en particular.
Había cinco de nosotros en el bar si incluyen el barman que se mantenía limpiando los mismos cinco vasos una y otra vez. Un tipo estaba parado en la barra bebiendo whisky y centeno, cerca de otro sentado en un taburete y de vez en cuando golpeaba su vaso para rellenarlo de cerveza y yo estaba sentado enfrente de él, a dos mesas de distancia.
Cuando ellos bajaron desde las colinas por primera vez, irrumpieron en una de mis casillas. Nada grave. La estaba rehabilitando y no había nada de valor adentro.
Yo bebí mi vaso de cerveza tibia demasiado cerca de la estufa y calenté el vaso con el calor de mis manos. Nadie más parecía conocerlo.
La segunda vez, rompieron una ventanilla de mi auto.
El tomó un gran trago de lo que fuera que estaba bebiendo. Ni siquiera sé si me vio notándolo como si se estuviera hablando a sí mismo.
Luego de eso, le pedí a mi viejo su escopeta, y siempre la consevaba cerca. La tercera vez tres tipos cruzaron a mi rancho y se acercaron a mi porche. Yo encendí la luz del porche y salí afuera sosteniendo el arma cómoda en mis brazos.
El ahora me vio, asintió en mi dirección y tomó otro trago de su bebida.
Una advertencia, les dije. Esta es su única advertencia. Y amartillé el gatillo y apunté directo al que estaba en el medio. Todo el mundo sabe que los perdigones se esparcen hacia afuera. Una advertencia. Repetí. Ahora váyanse de mi tierra y si veo a alguno de ustedes de nuevo, no diré una palabra, pero asistiré a su funeral.
Entonces él sonrió, le dijo al barman que me sirviera otra cerveza, terminó su bebida en un gran trago, fue a la caja y pagó su cuenta. Esa fue la última vez que lo vi hasta el otro día. Un funeral. Sí, llano y simple. El se sentó en el fondo, me vio, asintió en reconocimiento, y cuando terminó se fue tan campante como cuando llegó.
traducción: HM