Autor: Brownstein, Michael
Todo comenzó cuando el perro más grande atacó al sabueso y le hizo un corte profundo de quince centímetros en el costado.
Nick se precipitó a su perro, lo recogió gentilmente y lo transportó al porche donde el viejo estaba sentado leyendo el diario. “¿Me puede llevar a la veterinaria?” preguntó él. Antes de que el viejo pudiera responder añadió: “Pero primero me tengo que ocupar de un asunto. El perro de ellos atacó al mío” él señaló al hombre y la mujer sentados en el porche del otro lado de la casa del viejo. “Fue su perro y voy a herirlo”.
El viejo se paró, se pasó la mano izquierda por su espesa melena canosa, puso su mano en el hombro de Nick y dijo “No hay necesidad. No ahora mismo. Entra y toma una vieja toalla. Mi esposa te ayudará. Lo vendaremos y luego lo llevaremos al veterinario”.
Cuando Nick entró a la casa, el viejo dobló el diario y caminó hacia Tom y Sally, la joven pareja que ahora estaba conteniendo a su perro de su collar. “Voy a llevar a Nick al veterinario” dijo él. “Ambos sabemos que él no tiene suficiente dinero, así que yo lo voy a pagar. Quisiera saber si ustedes van a colaborar. Fue su perro después de todo”. El habló con sus ojos atentos a ambos en voz suave, pero había un brote de electricidad que salió de sus palabras. “Sé que ustedes tampoco tienen demasiado, así que sólo díganme sí o no y seguiré mi camino”.
Tom respondió inmediatamente “Por supuesto, lo haremos. Le pagaremos doscientos el sábado. ¿Está bien?”
“¿Estás seguro?”
“Lo prometo”.
El viejo hizo una pausa, comenzó a irse, giró luego hacia ellos y dijo “Tomo la promesa seriamente. Quiero que sepas que habrá consecuencias”.
En la veterinaria ellos le sacaron una foto a la herida antes y después. Cuando llegaron a casa Nick estaba más calmo. Llevó su perro a su departamento, le agradeció al viejo por ayudarlo y no volvió a salir.
Cuando llegó el sábado, el viejo caminó al porche de sus vecinos y preguntó “¿Tienen el dinero?”
“Salga del porche, viejo. ¿Quién se piensa que es?”
El viejo esperó pacientemente que él terminara. Se volvió a Sally. Ella se encogió de hombros.
“Okey entonces. Les dije que iba a haber consecuencias”.
Mientras se iba, Tom se levantó de su silla, maldijo al viejo con una nueva diatriba de palabras y luego se rió: “¿Consecuencias?, ¿consecuencias? Váyase de aquí”. El maldijo algo más.
El viejo y su esposa llevaron las fotos a la fotocopiadora, crearon un poster advirtiendo a los vecinos de su cuadra que un perro peligroso vivía en Cherry 327, agregaron unas pocas palabras sobre lo ocurrido, pagaron por posters de 18 x 18 y los colgaron por toda la manzana.
No tomó demasiado tiempo para que Tom oyera sobre ellos. Saltó desde su porche con un bate de beisbol, Sally siguiéndolo a cincuenta metros, y otros dos hombres caminaban con él animándolo. Cuando alcanzaron al viejo, Sally se quedó en el fondo, pero los tres hombres se juntaron y lo enfrentaron. El los miró a los tres, sonrió y se preguntó si estaban en sus veinte o quizás ya en los treinta. El suspiró. Si tuvieran incluso treinta, pensó él, tendrían mejores modales. Okey, entonces deben estar en sus primeros veintes.
Los tres hombres dieron un paso hacia él. El no retrocedió. En lugar de ello él avanzó un paso hacia ellos. Tom levantó el bate de beisbol a la altura de su hombro.
“Les dije que habría consecuencias” dijo el viejo.
“Y yo tengo consecuencias también” contestó Tom. Sus dos compañeros se rieron.
“Bueno” contestó el viejo, “si va a ser de este modo”, dio otro paso hacia ellos, “entonces será de este modo”.
Uno de los compañeros de Tom se movió unos pasos hacia atrás.
“Sólo quiero que sepan, no les tengo miedo, ni siquiera me voy a quitar mis anteojos”.
Las palabras salieron como si hubiese lanzado un golpe. Ambos amigos de Tom se tambalearon hacia atrás, uno terminó en la calle y el otro en el frente de otra casa.
El viejo dio otro paso más cerca. Ya estaba casi en el rostro de Tom. Tom retrocedió. Entonces él dio otro paso hacia afuera y dejó que el bate de beisbol cayera débilmente a su lado. “Habrá otra ocasión, viejo” luego él se volvió y sus compañeros y Sally lo siguieron.
Tres días después un camión de mudanzas se detuvo y Tom y Sally se fueron.
traducción: HM