Canción VII: El amanecer le habla al día

Autor: William Morris

El amanecer le habla al día sobre flores que resplandecen rocío, la noche vuela hasta el descanso de las horas: frescos son tus pies y con sueños tus ojos brillan, tus labios quietos son dulces aunque el mundo esté escuchando. Oh amor, pon una palabra en mi boca para nuestro encuentro, ¡pon tus brazos a mi alrededor para que mi corazón siga latiendo! ¡Oh, día fresco, oh, día bello, oh, el largo día hecho nuestro!
La mañana encontrará al mediodía mientras los tallos de flores aún se muevan, aunque el viento muera pronto y las nubes se desvanezcan arriba. Labios amados son tuyos mientras tiemblo y escucho, tus ojos brillan resplandecientes, aunque las hojas oscurecen tu semblante. Oh amor, bésame en silencio, no sea que no me des palabra alguna, ¡mantén mi cabeza en tu seno hasta que el aliento y la vida me fallen! ¡Oh, dulce día, oh, día rico, hazte largo para nuestro amor!
El día saludará a la tarde, y las flores plenas se sacuden, porque el viento no dejará los árboles altos mientras ellos despiertan. Ojos suaves con dicha, ¡ven más cerca y más cerca! Beso dulce boca, ¡dime todo tu deseo! Hablemos, amor, juntos algunos palabras de nuestra historia, ¡que nuestros labios cuando se separan puedan recordar la gloria! Oh, día suave, oh, día calmo, ¡hecho claro para nuestro bien!
La tarde besará a la noche, y las hojas se sacudirán como lluvia mientras el viento roba luz sobre la hierba de la llanura. Tus ojos están ocultos en medio del sueño de la noche soñadora, y en mi boca yace la querida lluvia de tu llanto. Mantén silencio, amor, no hables del dulce día que se ha ido, aferrate cerca de mí, amor, ¡no sea que despierte triste de corazón! ¡Oh, día amable, oh, día querido, día breve, ¡ven de nuevo!

traducción: HM

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