Agnes y el hombre de la colina

Autor: William Morris

Traducido del danés.  
Agnes iba llorando por el prado, las aves en canto. Allí estaba el hombre de la colina cuidando. ¡Agnes, bella Agnes! “Ven conmigo a la colina, bella Agnes, ¡te daré el oro más rojo!”
Dos veces fue Agnes a la colina, entonces vagó por dentro, dejó el bello mundo afuera.

En la colina se quedó Agnes, tres años tres veces contados, asentada en la tierra verde cayó anhelando dolorosamente. 
Allí se sentó, y una nana cantó, y ella oyó cómo estaban sonando las campanas de Inglaterra.
Agnes se paró delante de su verdadero amor: “¿Puedo ir a la iglesia de la tierra inglesa?”
“A la iglesia de Inglaterra bien debieras ir, para que ninguna mano apoye en ella el oro rojo. Así cuando te acerques al patio de la iglesia no exhibirás tu cabello dorado. Entonces cuando te pares dentro de la iglesia no irás hacia tu madre en el banco que nunca ganas. Entonces cuando oigas el alto nombre de Dios, ninguna rodilla en tierra inclinarás ante el mismo”.

Ella apoyó su mano en todo el oro que estaba allí, y lanza al exterior su cabello dorado.

Y cuando se paró adentro de la iglesia fue directo a su madre en el banco que ella ganó.
Y cuando ella escuchó el alto nombre de Dios, apoyó su rodilla en tierra y se inclinó ante el mismo.
Cuando toda la masa estaba cantando a su final ella fue a su casa con su madre querida.
“Ven, Agnes, a la colina conmigo, ¡por tus siete pequeños hijos que quieren saludarte dolorosamente!”
“Deja que te saluden, deja que te saluden, quieren hacerlo, ¡porque nunca más los escucharé!”
Una extrañeza se apoyó en ella, él le forjó una dolorosa enfermedad, aves están cantando. A esa misma hora a la muerte fue traída. ¡Agnes, bella Agnes!

traducción: HM

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