Autor: William Morris

¡Oh, olor traicionero, oh, visión espinosa, oh, maraña del bien y el mal del mundo, ¿qué eres tú contra el brillo de mi armadura, sino las oscuras telarañas de un sueño?
Abatidos, profundamente hundidos de todo resplandor de esperanza, ellos yacen y sueñan embotados, hombres una vez pero ya no hombres, que su derroche de amor debería mover a corazones derrotados.
¡Aquí duerme el mundo que no amaría! Que siga durmiendo, pero si él mueve sus corazones en humilde sapiencia para esperar en su bella hacienda recién despertada.

¡Oh, ganar al fin nunca es tarde! Tu silencio era la voz del destino, tus manos quietas conquistaron en el esfuerzo, tus ojos eran luz, tus labios eran vida.

traducción: HM

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