El día está viniendo

Autor: William Morris

Vengan aquí y escuchen, porque hay una historia para contar, de los maravillosos días por venir, cuando todo estará mejor que bien.
Y la historia a contar es la de un país, una tierra en el medio del mar, y el pueblo la llama Inglaterra en los días que están viniendo.
Allí más de uno en miles en los días que aún están por venir, tendrán una esperanza del mañana, alguna alegría del antiguo hogar.
Porque entonces, no se rían sino escuchen esta extraña historia mía, toda la gente que está en Inglaterra será mejor alojada que los cerdos.
Entonces un hombre trabajará y pensará en él, y se regocijará en las hazañas de su mano, no volverá a casa por la noche demasiado débil y cansado para pararse.
Los hombres en ese tiempo que vendrá trabajarán y no temerán por la falta de ingresos del mañana y el lobo hambriento acercarse.
Les cuento esto por una maravilla, que ningún hombre estará entonces contento de la caída y desgracia de su compañero para arrebatarle el trabajo que él tenía.
Porque aquello que el trabajador gana entonces será suyo de hecho, ni la mitad será cosechada por alguien que no sembró la semilla.
¡Oh, extraña y nueva justicia maravillosa! ¿Para quién juntaremos la ganancia? Para nosotros y para cualquiera de nuestros compañeros, y ninguna mano trabajará en vano.
Entonces todo lo mío y todo lo tuyo será nuestro, y ya ningún hombre ansiará para los ricos que no sirven para nada salvo para encadenar a un amigo como un esclavo.
¿Y entonces qué riqueza se nos dejará cuando nadie junte oro para comprar a su amigo en el mercado, y pellizcar y consumir lo vendido?
No, lo que salva a la hermosa ciudad, y a la pequeña casa en la colina, y los yermos y la belleza del bosque, y los felices campos que cultivamos, y los hogares de antiguas historias, las tumbas de los poderosos muertos, y hombres sabios buscando maravillas, y la cabeza rebosante del poeta, y la mano de maravilla del pintor, y el maravilloso arco de violín, y los orquestados coros de música: todos aquellos que hacen y conocen.
Porque todos esos serán nuestros y de todos los hombres no le faltará a ninguno una parte del trabajo y la ganancia de vivir en los días cuando el mundo se haga justo.
¡Ah, tales serán los días por venir! ¿Aunque qué son las hazañas del día, en los días de los años en que vivimos, que desgastan nuestras vidas? ¿Por qué, entonces, y para qué estamos esperando? Hay dos palabras para decir: lo haremos, ¿y qué es el enemigo sino el sueño fuerte despertado y débil? Oh, ¿por qué y para qué estamos esperando? Mientras nuestros hermanos se encorvan y mueren, y en cada viento de los cielos se va una vida desperdiciada.
¿Cuánto tiempo nos reprocharán ellos, donde viven abarrotados, pobres fantasmas de la ciudad perversa, el infierno hambriento de oro aplastado?
Ellos trabajaron a lo largo de su escuálida vida, en sórdida lástima ellos murieron, aquellos hijos de una poderosa madre, esos accesorios del orgullo de Inglaterra.
Ellos se fueron, no hay ninguno que pueda deshacerlo, ni salvar nuestras almas de la maldición, pero vienen un millón, ¿y ellos vendrán mejores o peores?
Somos nosotros quienes debemos responder y apurarnos, y abrir bien la puerta para el apurado terror del rico, y la esperanza de pies lentos del pobre.
Sí, la ira sin voz de los desgraciados, y su no aprendido descontento, debemos darle voz y sabiduría hasta que se gaste la marea de la espera.
Vengan, entonces, todas las cosas nos llaman, los vivos y los muertos, y sobre la maraña se derrama una luz resplandeciente.
Vengan, entonces, dejemos las tonterías, y dispongámosnos para la comodidad y descanso, porque la causa sola es valiosa hasta que los buenos días traigan lo mejor.
Vengan, únanse a la única batalla en la que ningún hombre puede fallar, donde todo quien se desvanece y muere, aún su hazaña prevalecerá.
¡Ah!, vengan, dejen las tonterías, porque esto, al final, lo sabemos: que el amanecer y el día están viniendo, y los estandartes se mueven.

traducción: HM

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