Autor: William Morris
Había cuatro de nosotros cerca de esa cama, el cura de la masa se arrodilló a su lado, yo y mi madre nos alzamos a la cabecera, a sus pies yace la novia, estábamos casi seguros de que él estaba muerto, aunque sus ojos estaban bien abiertos.
El no murió a la noche, él no murió de día, sino en el crepúsculo matinal su espíritu se fue, cuando ni el sol ni la luna estaban brillantes, y los árboles estaban meramente grises.
No fue asesinado con la espada, hacha o lanza de caballero, aún él nunca dijo una palabra luego de que entró aquí, yo corté el collar del cuello de mi querido hermano.
El no dio ni un golpe, porque los recreadores venían detrás, en un lugar donde crecen carpes, un sendero bastante difícil de encontrar, porque las ramas de los carpes se balancean tanto que el crepúsculo lo enceguece.
Entonces ellos encendieron una gran antorcha cuando sus brazos rápido fueron inmovilizados, sir John, el caballero del pantano, el señor Guy de la dolorosa explosión, con setenta caballeros colgaron al bravo lord Hugh al final.
Yo tengo setenta, y mi pelo se ha vuelto todo gris, pero encontré a sir John del pantano hace mucho tiempo un día de verano, y me alegra pensar en el momento cuando le quité la vida. Tengo setenta, y mi fuerza mayormente ha pasado, pero hace mucho yo y mis hombres, cuando el cielo estaba nublado y el humo rodaba sobre las cañas del pantano, asesinamos a Guy de la explosión dolorosa.
Y ahora, caballeros todos ustedes, rezo porque oren por sir Hugh, un buen caballero y uno verdadero, y por Alice, su esposa, recen también.
traducción: HM