Autor: William Morris
Asesino del invierno, ¿estás aquí de nuevo? Oh bienvenido, ¡tú, que traes la noche de verano! El viento amargo no hace vana tu victoria, ni nos burlaremos por tu débil cielo azul. Bienvenido, ¡oh, marzo!, cuyos días amablemente y secos hacen que abril esté preparado para la canción del trébol, ¡tú, primer revestidor del mal de invierno!
Sí, ¡bienvenido marzo!, y aunque muera antes de junio, aún por la esperanza de vida te alabo, esforzándome por hinchar la carga de la tonada que incluso ahora escucho tus pájaros marrones elevan, inconscientes del pasada o los días por venir, quienes cantan: ‘¡Oh alegría!, un nuevo año ha comenzado ¡qué felicidad mirar al sol!’ Ah, qué engendra toda esta tormenta de dicha sino la muerte misma, que llorando solemnemente, aún desde el corazón del dulce olvido, nos ordena ‘Disfruten, no sea que muráis sin placer, dentro de un tiempo breve ustedes han de partir. Estiren sus manos abiertas y mientras vivan tomen todos los dones que la muerte y la vida pueden dar’.
traducción: HM