Autor: William Morris
Sí, desde nuestro barco errante una nueva tierra por fin a la vista, las rocas dentadas que descienden por la orilla este del estuario protegen una amplia y cansada llanura, y negras se inclinan las laderas de arriba, rayadas con su verde desolado: y un pico se eleva en el oeste del encuentro de nube y de mar, cuatro cuadrados de base a punta como el edificio de Dioses que han sido, los últimos restos de las montañas cubiertas de nubes y nieve y grises, y brillantes con el amanecer que comenzó justo ahora al final del día.
¡Ah!, ¿vinimos aquí para ver que nuestros corazones están tan ardientes de deseo? ¿Es suficiente para nuestro descanso la visión de esta desolada franja, y el resto de montaña sin voz como la muerte pero para vientos que no duermen ni se cansan? ¿Por qué anhelamos vagar a lo largo y ancho de una tierra, espantosa con molienda de hielo, y registro de escaso fuego oculto, pero que allí, en medio de los grises valles llenos de hierba y llagados por los ruinosos arroyos, vive la historia de la tierra del Norte, de la vieja e inmortal gloria de sueños?
Oh tierra, como algunos cavan junto al mar donde los tesoros antiguos han sido dispuestos, la espada puede ser la de un rey cuyo nombre fue el giro de la pelea, o el material de algún sabio del mundo que hizo y deshizo muchas cosas, o el anillo de una mujer quizás, cuyo dolor creció en riqueza y deleite. Ni trigo ni vino crecen sobre él, ningún huerto para flor y sombra, las pocas naves que navegan junto a su negrura sólo lo estiman la boca de una tumba, aún seguro cuando el mundo despierte, éste también será poderoso para salvar.
O más bien, oh tierra, si pareciera que siempre los hombres buscaron una maravilla, tus yermos por un campo y un jardín colmados de toda maravilla y duda, y enfiestado en medio del invierno cuando la lucha del año ya ha sido luchada, cuyo botín reunido era poco para balbucear, llora sonoro de tus yermos, oh, tú, tierra, “Ni para esto ni para aquello fui forjada. En medio de la decadencia de los reinos y de las riquezas y de la muerte de las cosas adoradas y seguras, yo habito aquí la esposa de un Dios, y yo hice y hago y perduro».
Oh Reina del dolor sin conocimiento, del coraje que puede no servir, del deseo que puede no alcanzarse, del amor que nunca se olvidará, más alegría que el placer de risa tu voz tiene en medio de su gemido: más esperanza que de placer relleno en medio de tu ceguera está dispuesta, más glorioso que tomar del todo tu mano inquebrantable que fallará: porque ¿qué es la marca en tu frente sino la marca que tu Brynhild carga? Ama una vez, y amada y deshecha por un amor que ninguna era envejece.
¡Ah!, cuando tu Balder regrese, y lleve desde el corazón del sol paz y la sanación del dolor, y la sabiduría que ya no espera, y los lirios están dispuestos en tu frente en medio de la corona de hazañas que has hecho, y los rosas brotan junto a tus pies que las rocas del desierto desgastaron: ¡Ah!, ¿cuándo regresará tu Balder y juntaremos las ganancias que él ha obtenido, no esperaremos un poco para hablar de tu antigua dulzura, sí, regresa un poco a tu trabajo desde donde los dioses se mantenían a distancia para contemplar?
traducción: HM