Autor: Robinson Jeffers
Ellos se paran en desdeñosa y erguida soledad, sin considerarse parientes de nada, ni de la tierra ni del cielo. Sus raíces nudosas se aferran como los dedos gastados de una mano que se aferra a la roca sombría. Una silenciosa banda espectral, ellos observan el viejo cielo, pero no comulgan con nada. Solamente, cuando el ala de alguna águila solitaria aletea sobre su tierra gris y desolada, o cuando el viento jadea en una cañada áspera, inclinándolas como con una era de pensamiento, o cuando, en el medio de nubes volando que no pueden enturbiar su constante luz, la luna brilla plateada, entonces ellos encuentran un alma, y su sombrío gemido es forjado en un canto triste y hermoso.
traducción: HM