Teoría de la verdad

Autor: Robinson Jeffers

(Referencia a las mujeres de Punto Sur)
Me paro cerca de Soberanes Creek, en el montículo sobre el mar, al oeste de la carretera. Este es el mismo lugar donde (Referencia a las mujeres de Punto Sur)
Me paro cerca de Soberanes Creek, en el montículo sobre el mar, al oeste de la carretera. Este es el mismo lugar donde Arthur Barclay, un sacerdote en rebelión, se hizo tres preguntas: Primero, ¿hay un Dios, y de qué naturaleza? Segundo, ¿hay algo después de que morimos salvo carne de gusano? Tercero, ¿cómo deberían vivir los hombres? Preguntas que sin duda por mucho tiempo llevó, hasta tocó sus respuestas, ellas no son asequibles, pero actualmente las perdió de nuevo en el resplandor de insania.
Cuántas mentes han llevado esas preguntas, viejas monedas rasgadas sin rostro, sin fecha. La mayoría tiene doctrina desesperada y aceptada, las más grandes han alcanzado respuestas, pero siempre con dolorosas franjas de insania en ellas. Pienso en Lao-tse, y la querida belleza de los judíos, a quien ellos crucificaron pero él vivió, él fue más grande que Roma, y Buda sin dios bajo su árbol de boh, forzando en su mente los engaños y miserias de la vida humana.
¿Por qué la insania siempre retuerce las grandes respuestas? Porque sólo personas atormentadas quieren verdad. El hombre es un animal como otros animales, desea comida, éxito y mujeres, no verdad. Sólo si la mente torturada por alguna tensión interior tiene malestar de felicidad: entonces odia su jaula de vida y busca más, y encuentra, si es lo suficiente poderoso. Pero instantáneamente la agonía privada hizo que la búsqueda enturbie el hallazgo. Aquí hubo un hombre que envidió a los jefes de provincias de China su poder y orgullo, y envidió a Confucio su fama y sabiduría. Torturado por una duramente conciente envidia él cazó la verdad de las cosas, las atrapó, y las manchó con su impureza privada. El alabó la inacción, el silencio, la vacancia: ¿por qué? Porque los príncipes y oficiales estaban llenos de negocios, y sabio Confucio de palabras.
Aquí hubo un hombre que había nacido bastardo, y entre la gente que más que ninguna en el mundo valoraba la pureza de raza, la castidad, los esplendores proféticos de la raza de David. Oh, herida intolerable, sombríamente percibida. Demasiado adorable para maldecir a su madre, conducida por el desierto, acechada por el diablo, el joven y hermoso poeta halló verdad en el desierto, pero también halló una fantástica solución a la angustia sin esperanza. ¿El carpintero no era su padre? Porque Dios era su padre, no un hombre pecando, sino la pura santidad y poder de Dios. Su angustia personal e insana solución había manchado una era, cerca de dos mil años son un vasto poema bebido con el vino de su sangre.
Y aquí hubo otro salvador, un príncipe en India, un hombre que amó y lamentó con tal intensa comprensión el dolor que estaba dispuesto a aniquilar la naturaleza, y la tierra y estrellas, la vida y humanidad, anular el sufrimiento. También persiguió y halló verdad, y la mezcló con su impureza privada, la piedad, las negaciones. ¿Entonces la búsqueda de la verdad está frustrada y condenada de antemano?, ¿sólo fragmentos manchados?
Hasta que la mente convirió su amor de sí mismo y el hombre, de partes al todo.

, un sacerdote en rebelión, se hizo tres preguntas: Primero, ¿hay un Dios, y de qué naturaleza? Segundo, ¿hay algo después de que morimos salvo carne de gusano? Tercero, ¿cómo deberían vivir los hombres? Preguntas que sin duda por mucho tiempo llevó, hasta tocó sus respuestas, ellas no son asequibles, pero actualmente las perdió de nuevo en el resplandor de insania.
Cuántas mentes han llevado esas preguntas, viejas monedas rasgadas sin rostro, sin fecha. La mayoría tiene doctrina desesperada y aceptada, las más grandes han alcanzado respuestas, pero siempre con dolorosas franjas de insania en ellas. Pienso en Lao-tse, y la querida belleza de los judíos, a quien ellos crucificaron pero él vivió, él fue más grande que Roma, y Buda sin dios bajo su árbol de boh, forzando en su mente los engaños y miserias de la vida humana.
¿Por qué la insania siempre retuerce las grandes respuestas? Porque sólo personas atormentadas quieren verdad. El hombre es un animal como otros animales, desea comida, éxito y mujeres, no verdad. Sólo si la mente torturada por alguna tensión interior tiene malestar de felicidad: entonces odia su jaula de vida y busca más, y encuentra, si es lo suficiente poderoso. Pero instantáneamente la agonía privada hizo que la búsqueda enturbie el hallazgo. Aquí hubo un hombre que envidió a los jefes de provincias de China su poder y orgullo, y envidió a Confucio su fama y sabiduría. Torturado por una duramente conciente envidia él cazó la verdad de las cosas, las atrapó, y las manchó con su impureza privada. El alabó la inacción, el silencio, la vacancia: ¿por qué? Porque los príncipes y oficiales estaban llenos de negocios, y sabio Confucio de palabras.
Aquí hubo un hombre que había nacido bastardo, y entre la gente que más que ninguna en el mundo valoraba la pureza de raza, la castidad, los esplendores proféticos de la raza de David. Oh, herida intolerable, sombríamente percibida. Demasiado adorable para maldecir a su madre, conducida por el desierto, acechada por el diablo, el joven y hermoso poeta halló verdad en el desierto, pero también halló una fantástica solución a la angustia sin esperanza. ¿El carpintero no era su padre? Porque Dios era su padre, no un hombre pecando, sino la pura santidad y poder de Dios. Su angustia personal e insana solución había manchado una era, cerca de dos mil años son un vasto poema bebido con el vino de su sangre.
Y aquí hubo otro salvador, un príncipe en India, un hombre que amó y lamentó con tal intensa comprensión el dolor que estaba dispuesto a aniquilar la naturaleza, y la tierra y estrellas, la vida y humanidad, anular el sufrimiento. También persiguió y halló verdad, y la mezcló con su impureza privada, la piedad, las negaciones. ¿Entonces la búsqueda de la verdad está frustrada y condenada de antemano?, ¿sólo fragmentos manchados?
Hasta que la mente convirió su amor de sí mismo y el hombre, de partes al todo.

traducción: HM

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