El gran atardecer

Autor: Robinson Jeffers

Un vuelo de seis bombarderos de motores pesados hizo sobre los hermosos riscos inhumanos una trayectoria directa al norte, el incidente se atasca en mi memoria más que un vuelo de palomas de cola anillada podría haberlo hecho porque aquellas alas de hombre y potencial guerra parecían realmente intrusivas sobre el remoto cañón. Ellos lo cargaron, no puedo decir que lo profanaron, pero el recuerdo permaneció todo el día como una falsa nota en música familiar, y sin duda sugería al contador de fantasías que vino a mis ojos a la tarde, sobre el acantilado del océano.
Vine desde el crepúsculo del cañón exactamente al atardecer a la orilla abierta, y sentí como una súbita extensión de conciencia la salvaje y libre luz y mordiendo el viento del norte. El cielo de nubes se había levantado desde el horizonte occidental y dejó un largo panel amarillo entre el océano con filo de pizarra y la nube del párpado, la humeante bola del sol rodó sobre la línea del mar y pedazos informes de vapor volaron a través, pero cuando el sol estuvo abajo el panel de cielo despejado brilló, los harapos de nube moviéndose tomaron formas memorables, oscuras en la luz, ya sea que estuviera soñando o no, se transformaron en lanzas y hachas de guerra, caballos y sables, espantosos elefantes de batalla con las espaldas elevadas, devinieron catapultas y escopetas de sitio, obuses de alta inclinación, largos tractores, blindados y con torretas, se transformaron en destructores y naves de guerra, y enormes armadas de aviones de guerra… todos los orgullosos instrumentos del hombre imponiendo su voluntad sobre hombres más débiles: eran como un triunfo romano, pero ellos los cautivos, un triunfo a la inversa: todas las herramientas de victoria silbaron en el viento del norte hacia una nube como una conflagración, barrieron desde la tierra, ningún hombre desde este tiempo en adelante para explotar, ni someter a ningún otro hombre. Pensé ‘qué lastima que nuestros sueños más amenos sean completas mentiras’, y me volví del resplandor del oeste hacia el frío crepúsculo. ‘Para ser fiel a la verdad, el neutral detestado por todas las facciones del sueño, es mi cometido aquí’.

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