De las mujeres de Punto Sur

Autor: Robinson Jeffers

Aquí había nuevamente nuevos ídolos para alabarlo, los hice vivos, pero cuando ellos miraron al rostro antes de haberlo visto estaban borrachos y se cayeron. Yo he visto, no he caído, soy más fuerte que los ídolos, pero mi lengua es piedra, ¿cómo podría hablarle? La sangre en mis venas es agua de mar, ¿cómo podría atrapar el fuego?
La roca brillando rayos oscuros y el cristal redondo, el océano su haz de negrura y silencio bordeado de azul, bordeado de voces, la luna su frágil tranquilidad, las fuentes de luz, la semilla del cielo, sus quejumbrosos esplendores silbándose entre sí: no hay nada más que brillos aunque brille la oscuridad, nada salvo respuestas, ellos están atrapados en la red de sus voces  aunque las voces sean silencio, ellos están tejidos en la urdimbre de nervios. Una gente, las estrellas y la gente, una estructura, los vacíos entre estrellas, los vacíos entre átomos, y la vacancia en el átomo en los anillos de los demonios girando, están llenos de ese tejido, una vaciedad, una presencia, quien había observado todo su esplendor sólo había conocido un poco: toda su noche, sólo un poco.
Yo hice muñecos de vidrio para hablar de él, ellos se astillaron en mi mano y me han cortado, están pesados con mi sangre.
Pero las garzas de ojo enjoyado nunca lo habían contemplado ni oído de él, ni el alto búho con orejas de gato, el avetoro en los sauces, el calamar en la roca en el silencio del océano, el buitre que cría en el campo de azul y ve la tierra globulada, sus bordes goteando en crepúsculos de arcoiris: ojos hambrientos, fragmentos ciegos: a veces debería formar imágenes lo suficiente grandes para enfrentarlo un momento y hablar mientras ellos mueran. Estos aquí se volvieron locos:  sólo tartamudean la tragedia de tus barcos crujientes.

traducción: HM

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