Autor: Robinson Jeffers

A la noche, hacia el amanecer, todas las luces de la orilla han muerto, y el viento se mueve. Mueve en la oscuridad el poder durmiente del océano, no más como bestia que como hombre, no para ser comparado, a sí mismo y sí mismo. Su aliento soplado a la orilla acurruca al mundo con una niebla, ninguna estrella danza en el cielo, ninguna luz de nave parpadea. Veo los cuerpos de las rocas de pesado granito del promontorio, que eran antiguas aquí antes de que Egipto tuviera pirámides, un bulto en el gris del cielo, y más allá de ellas los chorros de jóvenes árboles que planté el año de la paz de Versailles. Pero aquí es la seria paz final. Antes del primer hombre aquí estaban las piedras, el océano, los cipreses y la pálida región en la ruda cúpula de piedra de la niebla donde la luna cae en el oeste. Aquí está la realidad. Lo otro es un episodio espectral: luego de que las diversiones inquisitivas del animal se callen: la oscura gloria.

traducción: HM

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