La tumba de Shakespeare

Autor: Robinson Jeffers

‘Doggerel’ pensó él ‘hará para los guardianes de la iglesia, preciosa y suficiente poesía para no ser desperdiciada’, y la rimó toda con una sonrisa torcida: ‘Cuida estas piedras. Maldito sea el que mueva mis huesos, agarraré las manos de albañiles y sepultureros’. ¿Pero por qué al buen hombre le preocupa? Porque desea quietud. El ha probado suficiente vida en su tiempo para almacenar mil, él no quería nadar ancho en aguas, ni vagar el enorme aire, ni crecer en césped, entrar por las bocas del ganado los cuerpos de guerreros y mujeres lujuriosos, pero todo se ha de terminar. Lo sabía de sentimiento, el juego de círculos arremolinados se había vuelto cansador. ‘La aniquilación es imposible, pero aislado en la iglesia bajo la losa rimando quizás mis apasionadas ruinas puedan ser mantenidas afuera del mercado hasta el final de esta era. Oh, mil años difícilmente diluirán’ pensó él ‘este polvo de aquel fuego’.

traducción: HM

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