Autor: Robinson Jeffers

Lo suficiente grande, tanto acepta como somete, el gran marco toma a todas las criaturas, desde la grandeza de su elemento, todas toman la belleza. Gaviotas, y el mugriento carguero tambaleándose hacia el sur en el ojo de un viento de lluvia, el aeroplano chorreando sobre la colina, halcones revoloteando la hierba blanca del promontorio, cormoranes posados sobre el guano, escaramuzas blanqueadas, pelícanos al viento, limo de mar brillante a la noche en la agitación de la ola como las linternas hundidas de los hombres, traficantes señalando una carga en tierra, o el viejo faro de Punta Pinos pestañeando ilegalmente sobre el agua oscura, el vuelo de las garzas del crepúsculo, solitarias alas y un llanto, o con vibraciones de motor que tararean en la roca como un nuevo tono de tormenta del océano para girar los ojos al oeste, el nuevo Zeppelin comprado por la armada yendo a su lado en el crepúsculo, lejos hacia el mar, pariente solo de la estrella vespertina y el océano, se desliza en una nube sobre Punta Lobos.

traducción: HM

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