Autor: Robinson Jeffers
La bahía no es azul sino amarillo sombrío con la ruina del maltrecho valle, está moteada con violentas cabezas de espuma, y a rayas de tigre con largas y hermosas sombras de tormenta. Tú amas esto mejor que la otra máscara, mejores ojos que los tuyos sentirían igual belleza en el azul. Es cierto que tú has amado la belleza de la tormenta desproporcionadamente. Pero el tiempo presente no es pastoral, sino fundado en violencia, apuntado para más violencia masiva: quizás no sea perversidad sino necesidad que percibe la belleza de la tormenta. Bueno, muerde sobre esto: tus poemas están demasiado llenos de fantasmas y demonios, y la gente como fantasmas cuán frecuentes son en la vida, y la pasión tan tensa que las bocas de arcilla van orando por destrucción, compañeros, no es inusual en vida, para cada alma en algún tiempo. ¿Pero por qué insistir en ello? Y ahora por la peor falta: tú nunca has tomado al demonio, ni a la pasión ni el idealismo como el Dios real. Entonces lo que más disgusta en aquellos versos permanece lo más verdadero. Desafortunadamente. Si sólo tú pudieras cantar que Dios es amor, o quizás esa Justicia social pronto prevalecerá. Puedo decir mentiras en prosa.
traducción: HM