Autor: Robinson Jeffers
El mundo, como el mundo está, las naciones se rearman y preparan para el cambio, retorna la era de tiranos, la más grandiosa civilización que siempre existió se construye las torres más elevadas sobre bases que se rompen. Episodios recurrentes fueron determinados cuando los hijos del mono corrían primero en manadas, astillaron el pedernal hasta el borde. Yazgo y escucho a la oscura lluvia golpear el techo, y el viento ciego.
A la mañana quizá encuentre de nuevo fuerza para valorar la inmensa belleza de este tiempo del mundo, las flores de decadencia su lamentable hermosura, los tapices de sueño febril que soportan el drama y son llamados el futuro. Esta mengua de vitalidad siente los incidentes innobles y crueles, no el vasto orden abstracto.
Yazgo y escucho la oscura lluvia golpear el techo, y el ciego viento nocturno. En el país de Ventana oscuridad, lluvia y el rugido de aguas llenan las profundas gargantas de montaña. El estante de arena junto al arroyo donde nos tumbamos el pasado agosto bajo una lluvia de estrellas, y la luz del fuego que jugó sobre las paredes inclinadas del desfiladero, está hundida y perdida. El ciervo del país se acurruca en una cresta, en un rebaño cerrado bajo madroños, ellos tiemblan cuando una roca se desliza abajo, ellos abren sus grandes ojos bebiendo oscuridad y se aprietan más cerca.
Cataratas de roca, lluvia por la montaña de acantilado en acantilado y tormenta en el lecho de la corriente. El arroyo se las arregla con ellas. Los laureles son heridos, sequoias caen con su tierra y yace desbarrancado el desfiladero. Escucho al torrente de rocas golpearse unas a otras, siento la carne de la montaña moverse sobre sus huesos en la húmeda oscuridad.
¿Esto es más hermoso que los desastres del hombre? Estas heridas sanarán a su tiempo, así lo harán las de la humanidad. Esto es más hermoso… a la noche…
traducción: HM