Autor: Robinson Jeffers
Los viejos entierros paganos, no inscriptos en pedernal, montículos conservando el secreto, han derramado los endebles delirios que los construyeron, se paran inhumanamente limpios y masivos, han perdido a sus sacerdotes. Pero las piedras que soportan la cruz aún dan pie a la corrupción, y sus rostros tallados con esperanzas y terrores al final demasiado salvajemente anulados para ser dejados hasta ridículos. Santos de largo sufrimiento, aspirantes como llamas, ustedes se han ganado su recompensa: ustedes duermen ahora tan fácilmente como cualquier asesino muerto o lascivo desgastado. Haber hallado que su fe es una mentira no es una espina en las estrechas camas, ni risa de enemigos ni rumor de las ruinosas iglesias los alcanzarán. Como en Clonmacnoise las vi a todas arruinadas, y en Cong, en Glendalough, todas arruinadas, todas sin techo salvo el gran capitel de piedra ciclópea que se apoya hacia su caída. Un lugar perfectamente abandonado de vida, excepto que escuchamos a un viejo caballo relinchando a través de los setos de piedra en los campos inundados.
traducción: HM
