Autor: Robinson Jeffers
Aquel escultor que conocimos, el hijo apasionado de un cantero, que asombró a Roma y París en su meteórica juventud, y luego partió, en su más alta ola de triunfos, sin razón o adiós, lo he visto de nuevo últimamente, luego de veinte años, pero no en Europa.
Cabalgaba sediento por colinas del desierto un caballo flojo de rodillas. Por una empinada colina un enjambre danzante de mariposas amarillas sobre una piedra brillante me hizo esperar agua. Nos deslizamos al lugar, la fuente era amarga pero el caballo bebió. Imaginé el desgaste de un viejo camino desde la piedra húmeda que corría por el cañón, yo la seguí, pronto estaban perdidos, fui a un valle de piedra en el cual parecía que ningún hombre ni su montura se habían aventurado, se preguntarán si incluso un buitre ha extendido sus alas aquí. Había piedras de extraña forma bajo una hendidura en la colina lejana, até el caballo a una roca y revolví el lugar. Un montón como un torrente de piedra, una morrena pero miembros monstruosamente formados de talladuras rotas aparecieron en el desprendimiento de rocas, pechos enormes, cabezas de gigantes desfiguradas, los ojos calmos por los brutos velos de fractura. Era natural entonces trepar más alto y penetrar por la entrada de la hendidura. El cañón era una grieta de paredes escarpadas serpenteando en la entrada, pero alrededor de su curva los muros se volvieron espantosos con piedras gigantes, presencias saliendo del rígido precipicio, que luchaba en sueño entre la piedra y la vida, intensos para lanzar su caos… o para ingresar y retornar… carne de piedra, grandes cuerpos de nervios estirados siempre más hermosos y más pesados con dolor, parecían conducir a alguna insoportable consumación del éxtasis… pero allí, duende entre titanes, el barbado amo del lugar me abordó con un frío enojo, una maleta en su mano, sucia y arrugada. No había amabilidad en esa mente del hombre, pero luego que me condujo a la entrada habló un poco.
El sol misericordioso había encontrado ahora la ranura para ocultarse, y casi encendió un cielo para la mecha de aquel candelabro de piedra, yo pensé, abominablemente hermoso, mientras nuestro artista perdido que solíamos admirar: por ahora lo conocía: habló de su pasión.
‘¿Mármol?’ dijo él, el mármol blanco es apropiado para modelar una montaña de nieve: que el hombre sea modesto. No bronce: estoy atado a tener mi herramienta en mi material, sin irrelevancias. Yo encontré el pozo de piedra gris oscuro, y lo suficiente dura para hacer esbozos que bajo cualquier clima harán perdurar mi tiempo de vida…
‘La ciudad está a 20 kilómetros, puedo agarrar comida. nadie me sigue a casa. Tengo agua y una cueva aquí, y ninguna falta de material posible. Por ende, no necesito nada. En cuanto a compañeros, los hago. ¿Y modelos? Raramente son deseados, conozco un pastor vasco que a veces uso, y una mujer del pueblo. ¿Qué más?, ¿simpatía, alabanza? Nunca las deseé y también nunca las merecí, no te mostraré más que los cascotes que viste por accidente. ‘Lo que veo es la enorme belleza de cosas, pero lo que intento es nada para eso. Estoy indefenso hacia eso. Es sólo para formar en piedra el molde de alguna humanidad ideal que podría merecer estar bajo esa iluminación. Animales que Dios (si se le hubiera dado la risa) podría omitir para reírse. Esos niños de mis manos son torturados, porque ellos sienten’ dijo él, ‘la tormenta de la magnificencia exterior. Son gigantes en agonía. Han visto desde mis ojos al hombre destruyendo la belleza de amaneceres sobre su muesca más allá, y todas las estrellas destructoras. Pero en sus ojos ellos tienen paz. He vivido un poco, pienso que la paz sólo casándose con dolor puede criar esa excelencia en la raza desafortunada, podría hacerla decente para existir por completo en el pecho de piedra iluminado por las estrellas.
traducción: HM
‘Espero’ dijo él, ‘que cuando envejezca y el cincel caiga, tal vez me arrastre a un saliente de la roca y muera como un lobo’.
Esos fragmentos son todo lo que puedo recordar, estos en el resplandor de la tarde del desierto. Habiendo sido conducido tan brutalmente adelante jamás retorné, aún lo respeto lo suficiente para mantener secreto su nombre y el lugar. Espero que algún otro viajero pueda tambalearse en ese barranco de titanes luego de que su hacedor haya muerto. Mientras viva, déjenlo solo.