Autor: Claudia Soto

A pesar del fuerte escepticismo en las instituciones democráticas de la Argentina (y el mundo occidental), es posible que estemos ante los últimos tiempos de la presidencia de Javier Gerardo Milei. Esta no es una predicción esotérica sino conclusiones sobre la coyuntura en la que podemos ver que pasan los días y cada vez es más funcional su descarte o su reconfiguración en “pato de la boda”. Evaluaremos los hechos que explicarían por qué el futuro político de Milei se aleja de la Casa Rosada.

          Quienes ungieron al famoso outsider de la política como presidente (y no hablo de sus votantes) lo hicieron en un contexto de una crisis trabajosamente buscada, con deuda, con inflación y bastardeo de la política como arte. Pero más que un candidato exitoso, lo que armaron fue un Frankestein, más específicamente compuesto como el típico producto de nuestra oligarquía empresarial: baja calidad, partes importadas y puro marketing. Cocoliche argento que podría haber zafado aún con la fuerte dosis de falopa macrista/radical inyectada a último momento. Pero es probable que tuvieran el mismo problema que tuvo el genial Igor de la película “El joven Frankestein” (de Mel Brooks) para encontrar un cerebro «normal». El resultado es este zombie que se cree muy piola siendo sólo un limitado neurodivergente. Lo único que tiene de extraordinario son los poderes delegados por el Congreso, quienes ya comienzan a sentir el escozor del arrepentimiento. Son como padres viendo a sus hijos drogadictos con una extensión de la tarjeta de crédito.

          Milei logró en su primer año leyes y decretos inconstitucionales con alianzas parlamentarias de dudosa legalidad y cero legitimidad. Tan inimputable se autopercibe que siguió haciendo sus lucrativas prácticas de recaudación mediante el tráfico de influencias. Era vox populi que todo él estaba a la venta. Engolosinado, malvado y estúpido, planifica una estafa cripto que lo deja en flagrante evidencia con un tweet demoledor, porque lo que difunde (ponele que no promueve) no es la inauguración de una fábrica, ni siquiera la apertura en bolsa de una empresa, tampoco una promo dos por uno al casino. Cual príncipe nigeriano, vende humo disfrazado de otra cosa. Presenta la novedad para que ambiciosos traders del mundo “contribuyan” en la economía real. Pero era todo fake. Tiene un cómplice extranjero que parecería no sólo comprometerlo, sino que según dicen algunas fuentes, lo “mejicaneó”, lo que en la jerga delincuencial significa que se llevó la bolsa de plata solo. Dado que la credibilidad del joven e ignoto criptoestafador no genera mucha confianza, sus declaraciones no son determinantes en el corto plazo (excepto que aparezca cortado en daditos o colgando de algún árbol), el derrotero judicial nacional e internacional en algún momento ordenará la información que en este momento se despliega como mierda frente al ventilador. Pero sin olvidar que los algoritmos y las transmedia se encargan siempre de ocultar lo importante y vender lo superfluo.

          Ahora bien, el problema de Milei no tiene tanto que ver con su carrera delincuencial sino con la política. Porque aun siendo la presidencia un “puesto menor” para esta ceocracia, lo cierto es que hay que gobernar un país recontraendeudado, en recesión y sin dólares de reserva. Entonces, ¿qué lugar ocupa este escándalo en la gobernanza local y global?

En principio, a nivel global esto patea el avispero derechoso del cual Milei se sentía estrella. Como el arquetipo canchero de los chetos porteños, el Javo no se privó de cultivar enemigos en su año de gobierno. Granjeando enemistades en numerosos jefes de Estado que hoy -de mínima- lo gastan o lo utilizan cual estropajo hediondo para devolverlo a sus aliados/cómplices locales. El caso de Trump y Musk es un tanto diferente, en tanto que todo lo que hace el señor naranja tiene que inscribirse en la lógica del país hegemónico, si Trump le tira alguna soga, probablemente sea con la que lo termine colgando. Pero cualquier movimiento que haga hacia la Argentina, y a Milei en particular, obedece en primera instancia a los intereses propios y/o de su país.

Entonces, si gestiona plata del FMI no será sin condicionalidades que pagaremos nosotros. La manipulación de la justicia puede ser algo atractivo para estos mafiosos, pero cuando hay plata de por medio, creo que la cuestión se vuelve más complicada. Una cosa es acosar a una mujer y otra es cagarle guita a los incels. La vieja premisa que categoriza a los hijos de puta, dividiendo entre propios y ajenos, le cabe al estafador argentino. También los antecedentes del país del norte de tirar el lastre cuando así lo considere necesario: prueba de ello es el chanta/presidente panameño Noriega, que no fue el único chanta/presidente de Panamá, pero sí el que de aliado pasó a detenido por Estados Unidos.

También le pasó al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández, aliado ayer, condenado por narcotráfico a 45 años de prisión, sentencia que ya está cumpliendo en USA. Es difícil estimar las consecuencias judiciales por delitos de estafa, es más seguro que logren un documental que una condena firme. Está el caso de la emprendedora Elizabeth Holmes, que engañó al mundillo de Sillicon Valley, pero era mujer, así que no cuenta. Seguramente los debates en torno a las regulaciones/desregulaciones del mundo cripto seguirán en alza. El gran interrogante que nos deja este escenario es ¿cómo seguir teniendo de presidente a un tipo que está fuertemente condicionado por extranjeros a los que rendirá pleitesía para que lo apañen? ¿Se dimensiona el riesgo de tener en el ejercicio del ejecutivo un estafador que está desesperado por inmunidad/impunidad?

Lo que nos lleva a la cuestión local, porque todo condicionamiento externo, como ya debería aprender el ciudadano-presidente en ejercicio, no lo afecta solamente a él como individuo sino al Estado argentino, ese que quiere demoler, ese que nos nuclea y nos garantiza derechos. Todo el arco político está haciendo su propia evaluación y especulación sobre el tema. Las operaciones diarias de Clarín y La Nación no terminan de mostrar sus estrategias, sabiendo que Macri y Villarruel siempre estuvieron como plan B, no es tan alocado pensar que llegado el momento será necesario soltarle la mano a los hermanos macana. Por supuesto, no sin antes asegurarse alejar cualquier intento kirchnerista de retorno. La agenda económica de los grupos de poder local aún especula con la doctrina del shock impuesta por este gobierno neoliberal. Tienen a las mayorías aún aterrorizadas por procesos inflacionarios, mientras se despliega el temor a la depresión, tocando a las puertas cual parca investida de despidos, dietas magras y exclusión. Pero esto sólo funciona con el control cambiario, el punto más débil del gobierno y con el que en cualquier momento pueden darse en la pera. De Macri qué decir, siendo un expertise en cultura mafiosa, no da puntada sin hilo.

Lo más triste es ver a la oposición parlamentaria que no entiende la enorme responsabilidad de sostener este circo por más tiempo, cada día que pasa, las consecuencias se hacen más difíciles de remontar, no sólo en lo económico sino también en lo político, porque estamos a una corrida del “que se vayan todos”. Queda solamente esperar que el colectivo humano que se organiza ante la incertidumbre, que es solidario y resiste de todas las maneras posibles la situación, tenga refugios comunicacionales, culturales y políticos para resetear el actual ecosistema.

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