Autor: Robinson Jeffers

Nuestros pescadores de sardinas trabajan en la noche en la oscuridad de la luna, a la luz del día o de la luna no podrían decir dónde extender la red, incapaces de ver la fosforescencia de los bancos de peces. Ellos trabajan al norte de Monterrey, en la costa de Santa Cruz, más allá de la Punta de Año Nuevo o Punta Paloma el hombre que mira afuera verá algunos lagos de color leche encenderse sobre el púrpura-noche del mar, él señala, y el timonel gira la oscura proa, el bote a motor rodea el banco resplandeciente y va a la deriva en su red. Cierran el círculo y embolsan el fondo de la red, entonces con gran trabajo la arrastran.
No puedo decirles cuán hermosa es la escena, y un poco terrible, luego, cuando los atiborrados peces saben que fueron atrapados, y salvajemente golpean de una pared a la otra de su destino cerrándose el agua fosforescente a un estanque de llamas, cada hermoso y delgado cuerpo cubierto en llamas, como un cohete vivo, una cola de cometa despierta de la clara llama amarilla, mientras afuera los flotadores y el cordaje de la red estrechándose, emergen grandes leones de mar para observar, suspirando en la oscuridad, los vastos muros de noche se paran erectos hacia las estrellas.
Más tarde estaba mirando desde la cima de una montaña de noche a la ancha ciudad, el esplendor colorido, galaxias de luz: ¿Cómo podría ayudar salvo recordar la red-bolsa reuniendo a los luminosos peces? No puedo decirles cuán hermosa aparecía la ciudad, y un poco terrible. Pensé, hemos manejado las máquinas y nos bloqueamos juntos en interdependencia, hemos construido las grandes ciudades, ahora no hay escape. Hemos reunido vastas poblaciones incapaces de libre supervivencia, aislados de la tierra fuerte, cada persona en sí misma indefensa, del todo dependiente. El círculo está cerrado, y la red está siendo arrastrada adentro. Difícilmente sientan el arrastre de las cuerdas, aún ellas ya brillan. Los inevitables desastres masivos no vendrán en nuestro tiempo ni a nuestros hijos, pero nosotros y nuestros hijos deben observar la red estrechándose, el gobierno toma todos los poderes, o revolución, y el nuevo gobierno toma más que todos, agrega al conservado de cuerpos la conservación de almas, o anarquía, los desastres en masa. Estas cosas son Progreso, ¿ustedes se maravillan de que nuestro verso esté complicado o frunciendo, mientras conserva su razón? O se deja llevar, deja que el humor fluya a la manera de los jóvenes recientes en mera histeria, destellos astillados, risas crepitantes. Pero ellos están bastante equivocados. No hay razón para el asombro: seguramente uno siempre supo que las culturas decaen, y el final de la vida es la muerte.

traducción: HM

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