Autor: Davies, William Henry

Me siento bajo tus hojas, viejo roble, tú, el más poderoso de todos los árboles, dentro de cuyo tronco vacío un hombre podría estabilizar con comodidad a su gran caballo. Veo tus nudillos duros y fuertes, pero no tengo miedo de que vayan a golpear, tu vida es larga y la mía corta, ¿pero cuál ha conocido las penas mayores?
Tú no has visto mujeres hambrientas aquí, u hombres enloquecidos por la mala alimentación, quien contempla piedras en las calles de la ciudad, tomándolas por pedazos de pan.
Tú no has sentido las estremecidas espaldas de niños sin hogar yaciendo y durmiendo al frío aire nocturno, como puertas y paredes en la ciudad de Londres.
Sé que no has conocido tal vergüenza, y sólo tormentas vienen a tu camino, pienso que podría pasar cómodo todo mi verano contigo, día a día.
Para yacer de día en tu verde sombra, y en tu hueco descanso nocturno, y por la puerta abierta ver las estrellas girar sobre hojas de luz.

traducción: HM

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