Autor: Davies, William Henry
Aquí viene Kate Summers, quien por oro lleva a cualquier hombre a la cama: “Tú conociste a mi amiga, Nell Barnes» dijo ella, “Tú conociste a Nell Barnes, ella está muerta”.
«Nell Barnes era mala con todos ustedes, hombres, sucios, una ladrona también, aún toda mi vida no he encontrado una mejora amiga que Nell.
Entonces me senté a su lado al fin, por horas, hasta que estaba muerta, y aún ninguna palabra que decía tenía sentido en absoluto.
Porque todo su llanto era sólo por esto, ‘¡no por el mundo! Ten cuidado: No toques a ese pájaro del paraíso, ¡encaramado en el poste de la cama allí!’
Yo le pregunté si le gustarían algunas uvas, damascos maduros y dulces, un flan hecho con huevos recién puestos, o ave tierna para comer.
Le prometí que la seguiría, para verla en su tumba, y comprar una corona con peniques prestados si no podía ahorrar.
Aún todavía su llanto vino solo para esto, ‘¡no para el mundo! Ten cuidado: no toques ese pájaro del paraíso, encaramado en el poste de la cama allí!'»
traducción: HM