Autor: Davies, William Henry
La mente, con sus propios ojos y oídos, puede no preocuparse por esos otros, no importa donde se encuentre este cuerpo, la mente es libre para ir a algún otro lado. Mi mente puede ser un navegante cuando este cuerpo aún está confinado a tierra, y convertir a esos mortales en árboles, que caminan en Fleet Street o el Strand.
Así, cuando estoy pasando Charing Cross, donde porteros trabajan noche y día, a veces escucho al dulce arroyo Malpas, que fluye tres veces a cincuenta millas de distancia. Y cuando estoy pasando cerca de St Paul’s veo más allá de la cúpula y la multitud, a Twm Barlum, esa vieja papilla en Gwent, con su oscuro pezón en una nube.
traducción: HM
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