Autor: Máximo Redondo
Sí, los diarios del mundo y las redes sociales están llenos de bulos. Y hay sitios y reglas que se dedican por entero a “quitar la paja del trigo”, a separar lo verdadero de lo falso, lo malo de lo bueno, lo hacen con tecnología digitalizada o inteligencia artificial, utilizando todas las herramientas algorítmicas y satelitales para intentar darse cuenta cuando a uno “le meten el perro”. Uno de esos sitios es maldita.es, que se arroga ser independiente o que hace “periodismo científico”, al estilo chequeado.com, en nuestra patética argentina (y sí, va en minúscula mientras estemos con este gobierno tan destructor del país). En uno u otro caso, queremos aclarar nuestra mayor distancia y aborrecimiento de los métodos de nuestros colegas malditos españoles, que de malditos no tienen nada, y más bien trabajan y operan para el establishment del ecosistema de medios que aquí, en la auténtica Maldita Realidad, denunciamos a diario.
Valía la pena la aclaración para introducir el tema de la gira americana del candidato perdedor, el agente de la CIA González Urrutia, que empezó su carrera como diplomático del gobierno de Carlos Andrés Pérez, cuyo feroz gobierno neoliberal concluyó con el desmadrado movimiento popular del caracazo, donde se engendraron las bases de la filosofía chavista. Luego siguió como embajador en Argentina durante la presidencia de Caldera, y cuando Chávez llegó al poder enseguida se dio cuenta que se trataba de un mentecato con todos los rasgos de un traidor a la causa bolivariana. Habiendo pasado la mayoría de sus años como diplomático en Estados Unidos y Reino Unido, le llamó mucho la participación que tuvo durante su paso por El Salvador, llegándole varias denuncias que colaboró con escuadrones de la muerte para masacrar población campesina indefensa. Eso resultó intolerable para Chávez, y por eso dispuso su reemplazo inmediato por Elías Jaua, pero el gobierno argentino provisorio del cabezón Duhalde no lo aceptó, aduciendo que se trataba de un marxista insoportable y que estaban conformes con la labor del profesor González Urrutia.
Los aires académicos de los que se ufana este Guaidó avejentado, cojo y con la mirada complaciente y lasciva de Dalmiro Sáenz (por supuesto, sin su talento ni genialidad), son tan espurios e insustentables como los de nuestro Milei, cuyo posgrado por el que le encanta que le digan “doctor” lo obtuvo en la academia de Aristocracia idiotizante de su mentor y amigo Alberto Benegas Lynch (h). Allí chetos atornillados a puestos del Poder Judicial se deleitan con el Libertarismo y todas las molicies que ofrecen las Ciencias del Ocio a los millonarios partidarios del amor y las armas libres.
Y tenemos que hablar de él porque el primer paso de la gira del perdedor González Urrutia fue Argentina, osando ir a la Casa Rosada para saludar desde el balcón junto al presidente Milei y su séquito de lameculos, a los cientos de venezolanos antimaduristas que festejaron su valentía a pesar de su chochez. Habrá que ver si iguala los logros de Guaidó, y concreta un desfalco más grande que el robo de varios millones de dólares en oro, en connivencia y burda estafa con el Banco de Inglaterra. Ahora el ex no presidente de Venezuela ya tiene su mansión en Miami y la vejez asegurada de sus bisnietos, y probablemente no vuelva a pisar Venezuela hasta su muerte, orgulloso como está de vivir en el nido de golpistas de Miami, donde están todos los más trascendentes asesinos y ladrones que pagó la CIA para joderles la vida a Cuba y Venezuela.
De aquí cruzó el charco para visitar al ya en retirada lacayo Pou, permitiendo que su gobierno persista en sus posturas cipayas cimentadas en la mentira generalizada, propagada por los aparatos informativos de la CIA y la prensa internacional. Después la siguiente parada es Panamá, y de ahí, el Guaidó setentón, al borde de sumarse a la gerontocracia reinante, se hace todavía el machito y dice que el 10 de enero, cuando debe asumir Maduro, va a cruzar la frontera de Venezuela para hacerlo él como presidente, cuando sabe que ya le pusieron el precio de 100.000 dólares a quien logre entregarlo a las autoridades bolivarianas, que lo están esperando con avidez, así lo ponen en la celda con el gendarme Gallo detenido y lo acompaña a misa, que mal no le va a venir.