Autor: Arthur Seymour John Tessimond

Somos un pueblo viviendo en caparazones y moviéndonos como cangrejos, reticentes, torpes, profundamente suspicaces, observando el mundo desde un rincón de los párpados entrecerrados, temerosos a menos que alguien muestre que nos odia o ama, temerosos a menos que alguien llore en el tren.
Estamos enroscados y apretados como un feto vestido con armadura. Sostenemos nuestros corazones por temor de que vuelen como águilas. Agarramos nuestras lenguas por temor de que griten como trompetas. Escuchamos nuestros propios pasos. Miramos a ambos lados antes de cruzar el silencioso camino vacío.
Somos un pueblo que fácilmente se torna incómodo, especialmente precavido de la alabanza, la pasión, de velos escarlatas, de manos gesticulantes, del extraño sonriente en el sombrero estrafalario que les habla a todos o el otro en el abrigo inhabitual que no habla con nadie.
Tenemos miedo del pensamiento demasiado frío o la sangre demasiado caliente, de la apertura de pozos o armarios cerrados por mucho tiempo, de la luz de cuevas o rayos-X, sondas, desvestidos de emoción, revelación intolerable de lujuria en la luz, del amor en la palma de la mano.
Tenemos miedo de que, un día en una mañana soleada, encontrándonos o a otro sin la usual cubierta exterior, la conversación confortable, y diciendo todo, todo, todo lo que hicimos no lo quisimos, todo, todo, todo lo que no sabíamos que queríamos decir.

traducción: HM

Vistas: 0
Compartir en