La Corte, el gendarme, y el país más maldito de 2024

Autor: Agencia Maldita Realidad

Hoy Argentina se consagró como el país más maldito del año, cuando aún faltan largas 24 horas para que éste culmine. El régimen impuesto por el presidente energúmeno y depravado llevó a la quiebra no sólo económica, sino moral y espiritual de la mayoría de la población, incluidas las masas ignorantes y alienadas que lo votaron y aún lo apoyan, a pesar de haber retrocedido al rango de esclavos en el funcionamiento de la “democracia libertaria”.

El espectáculo de la mafia macrista accionando desde la Corte Suprema de Justicia de la Nación, ahora con tan sólo tres miembros, mientras se escenifica una supuesta disputa y pelea con la casta podrida del menemismo reinante, revelan el desgobierno y la especie de anarquía en que se ha caído, mientras el hambre y la indigencia avanzan, donde un policía retirado de 74 años es glorificado porque despanzurró de un tiro al colectivero villero que ponía la música a todo lo que da en el festejo de navidad. El colectivero se desvaneció de costado como muchos argentinos ante el desempleo y el aniquilamiento de la cultura, en una batalla que van ganando los malos con truculentas engañifas de redes sociales y fake news, con idearios racistas, retrógados y de un consumismo-egoísmo atroz.

Hace rato que en Argentina las instituciones judiciales están manejadas y manipuladas por grandes corporaciones y mafias que se nutren de fuerzas policiales y parapoliciales. Pero la cosa se puso mucho peor ante la inacción del gobierno de Alberto Fernández, quien desaprovechó una oportunidad histórica y ahora se halla embretado por los jueces que filosofaron sobre el anarcocapitalismo libertario mucho antes que Milei, que comulgaron con el cualquiercosismo que acaban imponiendo los multimillonarios desde Estados Unidos y bajo el liderazgo de Elon Musk, que se ha propuesto reconquistar el mundo y redoblar la apuesta por un sistema tecnofeudal, neoesclavista y genocida. De ahí su apoyo a Israel, la alegría libertaria ante el triunfo de Trump, los primeros amagues para apoderarse del Canal de Panamá, Groenlandia, Canadá, México y vaya a saber qué más. Todo eso mientras termina con el sueño cubano cortándoles la luz, disponiendo de la tecnología para ello. O se agudiza la batalla dialéctica con el corajudo gobierno de Maduro, que está dispuesto a morir con las botas puestas, y de eso saben poco los millonarios de enfrente: sólo contratar ejércitos de mercenarios y fuerzas armadas privadas, en su mundo burbujeante de “viva la libertad carajo”, donde las personas van pasando para que les quede “el culo como un mandril”, apelando a la recurrente figura retórica empleada por Milei, dentro de su léxico mesiánico y nítidamente patológico.  

“Ahí tienen secuestrado a nuestro gendarme, ese país que no respeta los derechos humanos” alega el canciller judeo-argentino Werthein. La ministra Bullrich, imputada por la justicia venezolana –que ahí sí tienen una Corte digna, anticapitalista y bolivariana-, al igual que Milei, jamás pagarán allí por los crímenes y vejámenes  que cometen a diario, mucho menos el ministro Caputo. Y no lo harán en Argentina mientras continúe funcionando la Corte, y en general todo el Ministerio de Justicia, como el bufete de los financistas y empresarios que se favorecen con el carry trade y los desfalcos orquestados desde la Casa de Gobierno.

La excusa de que iba a visitar a su esposa e hijas, calcada de compañeros de celda que entraron como él desde Colombia, la incongruencia entre sus ingresos y sus viajes por el mundo, despertaron sospechas en los servicios de inteligencia venezolanos,  que tardaron más de dos semanas en armar la acusación. Un ex funcionario ayudó a que el gendarme pueda escribirle una carta a su familia, y por ello fue demandado por “traición a la patria” por la ministra Bullrich.

La “vibra” entre el gobierno de Milei y el de Maduro fue muy mala desde el principio: ambos son mamarrachos, pero se diferencian en sus objetivos y sus medidas, que son totalmente antagónicos: mientras uno tiende al aniquilamiento del Estado para favorecer a un grupo de empresarios mafiosos, el otro busca el empoderamiento del Estado para el bienestar del pueblo venezolano.

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