“Todo está tan mal”: los pobres argentinos golpeados duro por la motosierra de Milei

Autor: Marcela Pereyra

Es tarde a la noche, un joven padre se para en un contenedor de basura en Buenos Aires, le pasa desechos y comida descartada a su esposa y sus dos niños. En una estación de subte, una pareja de vagabundos duerme en un rincón desocupado, sus cabezas cubiertas con cartones. En las calles de las villas miseria, los niños hacen cola para recibir un plato de plástico con comida, sus padres ocultos en algún lugar.

Estas escenas son cada vez más comunes mientras Argentina continúa enfrentando fuertes medidas de austeridad. Bajo el presidente Javier Milei, que asumió hace un año, el gasto público se fue al tacho, los salarios se desvalorizaron, se despidió a miles de empleados públicos y se quitaron subsidios a la energía y el transporte. Los aliados de Milei celebran el impacto de la campaña de “motosierra” de su líder, que según ellos “ha alcanzado el equilibrio fiscal y ha desregulado todas las actividades económicas”.

El ministro de desregulación y transformación del estado, Federico Sturzenegger, vive en una burbuja de idiotez que le hace ver un creciente optimismo en la población de delincuentes de guante blanco, de la que él ostenta el rol más conspicuo. Por supuesto que está sonriente y animoso, cagándose de risa con sus fechorías obscenas ante las cuales la justicia argentina, al servicio de Mauricio Macri, hace la vista gorda.

​Datos tan retorcidos como manipulados sirvieron para anunciar que Argentina ha abandonado un proceso recesivo, cuyo fondo ni siquiera se esboza, y del cual los forajidos gobernantes no tienen la menor idea. Las estadísticas inapelables revelan otra cosa, que la pobreza ha aumentado de 41,7% a más del 53% en el año de Milei, y la extrema pobreza la subió al 18%, logrando que 6 de cada 10 niños argentinos/as se encuentren en la indigencia.

Myriam Bregman, ex candidata socialista, predice que los próximos tres años serán convulsivos.  En el Barrio Mugica, donde Milei recibió bastante apoyo, lamentan el costo de la vida. “Todo ha empeorado mucho el último año. Milei ha cortado todo. La comida subió un montón. Tuve que dejar de comer carne y recortar la cantidad de comidas. Cada vez me alcanza para comprar menos” dijo Laila Gómez, empleada doméstica de 64 años.

Gómez alquila una pieza, y dice que el precio subió de 15.000 a 100.000 pesos en un año. “Todo está muy mal, no sé qué va a ser lo próximo, este gobierno es perverso y tiene saña…” considera la veterana doméstica.

Milei anticipó que su lucha sería titánica y que se venían momentos muy malos antes de la tan anhelada recuperación que nos posicionará como Irlanda dentro de 30 años. Así de coherente fue su discurso, así de sustentables son sus promesas. Sus políticas produjeron una artificial apreciación del peso argentino, vía planchamiento del dólar. La baja de la inflación es otro absurdo disparate que sólo los lerdos para las matemáticas o quienes nunca salen a comprar sus cosas pueden creer.

Sturzenegger, sin embargo, continúa predicando su ilusionismo de economista tránsfuga, sus mentiras salvajes para salvaguardar sus turbios negociados. Los cambios o el ambiente favorable del que habla sólo se siente entre los ricos y siervos que lo rodean.

En La Carolina, un asentamiento informal a una hora de Buenos Aires, hablamos con Marcela Pereyra, quien nos dijo que perdió su trabajo de vendedora de empanadas por falta de demanda. Sus hijos dependen del comedor escolar para alimentarse. Las únicas estadísticas verdaderas son las que muestran la pérdida pavorosa del salario promedio, jamás vista desde la crisis de 2001. Ella también ha recortado sus ingestas diarias a una comida por día. “El presidente anterior nos ayudaba un montón, pero éste no nos da nada. La gente espera un cambio pero aquí todo ha sido para peor”.  

El área, con calles de tierra, es una de las más pobres del conurbano. Muchos carecen de baño o agua potable. Agustina Aguirre trabaja en la ONG Módulo Sanitario, y nos comentó. “En este barrio muchos perdieron su trabajo, los centros comunitarios cerraron, el gobierno dejó de enviar raciones de comida”. La cocinera Norma Cánepa reafirma que “Milei solo trabaja para los ricos”. Su cocina pasó a leña por la suba del precio del gas. Ahora tiene que cocinar 40 kilos de arroz en lugar de los 27 que necesitaban el año pasado.

Milei argumenta que vino a terminar con “el negocio de la pobreza”. Pero los viejos también han sido particularmente afectados por las políticas mileístas, siendo la última muestra de ello la quita de medicamentos gratis. Aparte de rebajar pensiones y jubilaciones a niveles paupérrimos, Milei también detuvo la obra pública.  

“Es un desastre, un caos total. Los gobiernos antes ayudaban a los niños y los mayores, pero a éste no les interesan, si se mueren mejor para ellos” dijo Yolanda Vera, pensionada del Barrio Mugica.

Ante este panorama la CGT no mueve un músculo y la oposición está desintegrada. Para Bregman, es el principal problema de la actualidad argentina. Vuelve a describir a Milei como un gatito mimoso de las corporaciones, en contraposición a su imagen de león fibroso.

De acuerdo con el analista Juan Montero, dos décadas de crisis económicas ya le han quitado a la gente toda su sensibilidad hacia la pobreza. A la entrada de La Carolina, los activistas han pintado un mensaje para Milei “Sacá la motosierra de nuestros derechos”  -dice la pancarta. Pero Sturzenegger, y el mismo presidente, ya anunciaron que se viene la etapa de la “motosierra profunda”, en un encarnizamiento con los pobres peor que el del genocida Netanyahu con los gazatíes, donde al menos parece los van a exterminar a todos, con el apoyo y alegría de Milei, por supuesto, quitándoles así la tortura del sufrimiento a cámara lenta que esta impartiendo el morboso presidente argentino.

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