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Carnea al maligno millonario, campesino, y déjalo hediendo en la plaza. Tortura al canciller. Deja al embajador ensartado por sus pulgares del placentero muro de la embajada, donde había viñas. Luego perfora sus cerdos e hijos para otra guerra.
Fuego sobre la multitud gritando, embajador, enfermo canciller, valiente millonario, y nómbralos por el nombre que es tu nombre. Dale privilegio a la herida, y mutila al último que se resista. Envenena el aire y corta por paz, por orden y por guerra.
Mira con alarma, participante, observador, enterrado en medallas desde el tiempo anterior. Susurra, luego cree, sirve y muere, y coloca banderines frescos en el hemisferio, de aquí a la India. Este es el mundo que compras cuando el viento sopla fresco para la guerra.
Ocúltate en la oscuridad solo, objetor, pregúntale a la granada para qué estás viviendo, o bebe este conocimiento del fango. Desciende a un abismo más terrible que la guerra y haz un túnel hacia una barrera afuera de cualquier cosa que se mueva con sangre.
trad: HM