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La campana de la torre en la Iglesia de la calle 10 despertó nostalgia por el refugiado que conocía la fuente de las campanas por el sonido. Nos gustaba, pero en ignorancia. Uno encuentra autoridades en campanas infrecuentemente.
Europa sola hizo campanas con tal tono, dijo Herr Mannheim. La campana conmovió a medianoche y sacudió la habitación. El había escuchado campanas en Leipzig, Chartres, Berlin, Paris, Viena, Bruselas, Roma. El era un hombre de cara blanca con enormes ojos tristes.
Lector, para mi esa campana marcaba noches de inquieto lanzamiento en su estrecha cama, las peleas, el golpe de una puerta, las palabras amables, amigos para tragos, los libros que leímos, desayunos con calles en lluvia. Sonaba desde Europa todo el tiempo. Eso era lo que decía Mannheim.
Es bueno saber, ahora que la campana golpea al mediodía. En este sol de día, los cercos son episcopales como el mediodía es marcado por los doce latidos de hierro. El rector se mueve rumiando entre las lápidas, y el sonido de una Europa muerta cuelga en las calles.
traducción: HM