Discurso breve a mis amigos

Autor: Baraka, Amiri

1

Un arte político, que sea ternura, cuerdas bajas que tocan los dedos, o la anchura del otoño trepando avenidas más amplias, entre la virtud y dignidad de saber en qué ciudad estás, a quién hablarle, qué ropa –incluso qué botones- vestir. Yo me dirijo a la sociedad, la imagen de común utopía. La perversidad de separación, aislamiento, luego de tantos años de intentar ingresar a sus reinos, ahora ellos sufren en lágrimas, esos otros, saxofones lloriqueando por las puertas de madera de sus hogares menos que graciosos. Los pobres han devenido en nuestros creadores. Los negros. Los completamente ignorantes. Dejen que la combinación de moralidad e inhumanidad comience.

2.
¿Es el poder el enemigo? (Destructor de amaneceres, fresca carne de valentinos, entre las radios, pausas, borrachos del siglo XIX. Lo veo, como la simple historia de cualquier hombre.) Todos los héroes posibles muertos de sofocamiento en la playa u ocultos por años de cámaras sólo para morir baratamente en las páginas de nuestra mentira diaria. Un héroe tiene pretensiones hacia la literatura, uno hacia el cultivo de errores, arrogancia, y constantemente cambiando disfraces, como camionero, boxeador, chofer, barman, en las viejas tabernas de la memoria. Haciendo el amor a aquellas veloces heroínas de masturbación o pateando continuamente al literal demonio por las escaleras públicas de película.
Un compromiso sería silencio. Callarse, incluso tal riesgo como la propia ubicación de verbos y sustantivos. Para congelar la escupida en medio del aire, como si apuntara al rostro de algún valiente intelectual.
Debería haber alguno que pueda comprender, por cualquier razón fantasiosa. Muerto, yaciendo, Rey, como tus hijos se crían, también te levantarás. Como George Armstrong Custer esos 100 años, nunca cometió un error.

traducción: HM

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