Autor: Amiri, Baraka
Tardíamente me he acostumbrado al modo en que el suelo se abre y me ensobra cada vez que salgo a caminar el perro. O la música tonta de cantos anchos que el viento hace cuando corro un autobús…
Las cosas han derivado en eso.
Y ahora, cada noche cuento las estrellas. Y cada noche obtengo el mismo número. Y cuando no van a ser contadas, cuento los agujeros que dejan. Ya nadie canta más.
Y entonces anoche fui de puntillas al cuarto de mi hija y la escuché hablando con alguien, y cuando abrí la puerta, no había nadie allí… Sólo ella de rodillas, atisbando en sus propias manos entrelazadas.
traducción: HM
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